El papa Francisco ha estado conectado durante casi dos horas con estudiantes de toda América en la tarde de este jueves, 24 de febrero. Un encuentro sinodal que con el título “Construyendo puentes Norte-Sur” ha sido organizado por la Universidad de Loyola de Chicago, en colaboración con la Comisión Pontificia para América Latina. Jóvenes brasileños, canadienses, estadounidenses y argentinos han compartido sus preocupaciones con el pontífice.
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Para Francisco, “construir puentes es una parte integral de la identidad cristiana. Cristo viene a construir puentes entre el Padre y nosotros. Un cristiano que no sabe construir puentes ha olvidado su bautismo”. El Papa ha hecho una defensa de la paz señalando que “la denuncia de la violencia” es el mayor reto para los jóvenes. Llamando a ejercer una “no violencia activa”, denunció que “la violencia destruye, la violencia no construye, y lo vemos en las dictaduras militares y no militares a lo largo de la historia”. “Necesitamos la profecía de la no violencia, es mucho más fácil dar una bofetada cuando se recibe, en lugar de poner la otra mejilla”, reclamó el pontífice frente al “juego de la hipocresía”.
El drama de la emigración
Ante la situación ecológica, el pontífice reiteró su invitación a cuidar la Casa Común ya que “el Señor siempre perdona, nosotros perdonamos a veces, la naturaleza no perdona nunca”. También denunció la migración como “uno de los dramas más graves” de nuestro siglo. “Estamos viendo cómo la gente abandona su tierra por problemas políticos, guerras, problemas económicos, problemas culturales. El principio es muy claro: el inmigrante debe ser acogido, debe ser acompañado, debe ser promovido, debe ser integrado”, propuso Francisco que se definió como un “hijo de emigrantes”.
“Cada uno tiene que cuidar sus raíces, por eso insisto en el diálogo entre los mayores y los jóvenes. Los ancianos son las raíces, todos los frutos vienen de las raíces”, fue otro de los consejos a los jóvenes de Bergoglio. Sobre la sinodalidad, el Papa pidió a los jóvenes que trabajen para la Iglesia para que esté “en camino”, “en salida”, y no sea una “Iglesia museo estática”, donde todo está limpio y ordenado pero en la que no funciona todo.