En un momento dramático, en el que, tras la invasión de Ucrania por Rusia, decenas de miles de mujeres, niños y ancianos abandonan a la carrera su país, la generosidad de los países vecinos al abrir sus totalmente sus fronteras supone un hito de esperanza. La mayoría están entrando a Polonia, pero, como reivindica Daniel Lazar, sacerdote rumano de rito oriental que pastorea desde hace años una comunidad en Ciudad Real, su país también está dando la cara en un momento tan difícil.
Así, contacta con Vida Nueva para dar a conocer “la impresionante acogida que Rumanía está dando a los refugiados”. Hasta el punto de que, “en 24 horas, ya han entrado en mi país más de 10.000 personas desde Ucrania. Creo que, aunque los medios no se estén haciendo eco de ello, es correcto y justo observar la acogida que están recibiendo”.
Un abrazo al prójimo que va mucho más allá del compromiso de las autoridades: “Se ha movilizado, muy rápidamente, toda la sociedad rumana: desde los que viven cerca de los puntos fronterizos, que les esperan con alimentos, mantas, bebidas calientes (hace mucho frío por allí todavía) y ofrecen alojamiento, hasta algunas compañías telefónicas que reparten tarjetas telefónicas para poder comunicar con Ucrania gratis”.
Además, el Gobierno está actuado con eficacia y rapidez y, pese a lo inmediato de la crisis, “el Ministerio de Trabajo ya decidió facilitar trámites para los que quieran encontrar un trabajo en Rumanía”. Además, “muchos propietarios de pensiones o incluso hoteles se han decidido ofrecer espacio en sus instalaciones para los refugiados. Sin olvidar a tantos civiles que ponen sus vehículos a disposición del transporte e incluso ulterior alojamiento para los que llegan desde Ucrania”.
En este sentido, “existen ya varios grupos de personas que se ofrecen a ayudar a los que huyen estos días de la guerra en Ucrania: no solamente ofrecen comida y techo, sino también posibilidad de trabajar”. Algunos de estos grupos son Uniti pentru Ucraina, Ucrainieni in Romania o Voluntari in Europa.