España

Villa de Pitanxo: el luto de todos los marineros





El Villa de Pitanxo –con base en Marín, Pontevedra– naufragó a las 5:24 horas de la madrugada del martes 15 de febrero a 450 kilómetros de Terranova (Canadá). Una “repentina” parada del motor principal durante la maniobra de virada del aparejo provocó el rápido hundimiento del barco de 50 metros de eslora.



A bordo, una tripulación multicultural y multilingüe, formada por 24 marineros (10 gallegos, 10 peruanos y cuatro ghaneses) de los que solo tres –Juan Padín, Eduardo Rial y Samuel Kwesi– han vuelto a casa. Esta tragedia, que se ha cobrado nueve víctimas mortales y otros 12 que, aunque desaparecidos, se les da por fallecidos– vuelve a poner sobre la mesa las duras condiciones de los pescadores.

Alrededor de 20 barcos españoles faenan en esas aguas del Atlántico. De hecho, ocho buques que forman parte de la Cooperativa de Armadores de Pesca del Puerto de Vigo, se han puesto manos a la obra en la búsqueda de los cuerpos, puesto que Canadá, pese a la presión del Gobierno español, dio por finalizadas las labores de rescate. Pese a todo, las familias no se dan por vencidas y el 20 de febrero organizaron una amplia protesta en Marín, a la que también asistieron representantes públicos.

En medio del dolor, la Iglesia española reza a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. “Queremos manifestar nuestro dolor por las personas que han fallecido y nuestro más sentido pésame a sus familiares”, escribía, al conocerse la noticia, el obispo de Vigo y promotor del Apostolado del Mar Stella Maris en España, Luis Quinteiro Fiuza.

Al mismo tiempo, el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, y su auxiliar, Francisco Prieto, lamentaban que, “una vez más, la tragedia” hubiera “visitado nuestra tierra”. “Encomendamos al buen Padre Dios y a su gran misericordia las vidas de estos hijos que han pagado con su vida el duro ejercicio de la noble profesión de las gentes del mar, a la vez que damos gracias a Dios por los que han sobrevivido”, apuntaban.

“No dejen de buscar”

Sobre el terreno, la Iglesia se hace cercana en el acompañamiento a las familias. David Mohedano Mira, párroco de Santa María del Puerto, en Marín, continúa sobrecogido una semana después del suceso. “Hay un clamor generalizado: que no se dejen solas a estas familias, que no se abandone a estas 12 personas que deben estar en el barco bajo el mar”, señala en conversación con Vida Nueva. Y es que “no se entiende que la búsqueda se haya cancelado tan rápido”, lamenta. Tres de los tripulantes eran feligreses de su parroquia, además del ghanés Samuel, que, aunque es evangélico, es muy querido por los voluntarios de Cáritas.

Su principal preocupación ahora son las mujeres que se quedan solas al cuidado de sus hijos. “Ahora el foco mediático está puesto aquí, pero cuando pase es cuando la parroquia verdaderamente se hace presente para curar una herida tan sangrante y, sobre todo, para que no se sientan solos”, indica.

El duelo de estas familias, es, al fin y al cabo, el duelo de todos. “Esto remueve a las familias, porque recuerda a tragedias pasadas. Además, aunque cueste reconocerlo, no será la última vez que se viva un suceso así, porque el mar es muy duro”, explica. Ahora, la comunidad reza unida. De hecho, este pasado 24 de febrero comenzó la novena del Nazareno, con motivo de los 70 años de la Cofradía Jesús Nazareno –con el lema ‘Las miradas de Jesús’–, que contará cada día con la visita de uno de los obispos gallegos. “Aunque el lema surge a raíz de la pandemia, ahora, sin duda, las familias y los marineros del Villa de Pitanxo estarán muy presentes”.

La parroquia de Bueu celebró el 22 de febrero el funeral de uno de los marineros. Su párroco, José López Moldes, solo espera que todas las familias puedan encontrar los cuerpos de sus seres queridos. “El ambiente general es de mucha tristeza. Al principio con dolor, pero con la esperanza de encontrar más supervivientes. Ahora, nos unimos a las familias para pedir que intenten buscar a los desaparecidos. Mientras, cuentan con nuestra oración”, afirma a esta revista.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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