Al concluir el rezo del ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico, Francisco ha vuelto a lamentar el estallido de la guerra de Ucrania. “Dios está con los operadores de la paz, no quienes usan la violencia”, ha recordado el Papa.
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“Quien hace la guerra olvida la humanidad, no mira la vida concreta de las personas, sino que coloca delante todos los intereses del poder”, ha afirmado. “Se confía a la lógica diabólica de las armas, que es la más lejana a Dios, y se distancia de la gente común que quiere la paz”. Sin embargo, “en cada conflicto, la gente común es la que paga las consecuencias”.
Así, el Papa ha llevado su pensamiento a “los ancianos que a esta hora buscan refugio” y a “las madres que huyen con sus hijos”. Por ello, Francisco ha instado a abrir corredores humanitarios para hacer segura su huida: “Son hermanos y hermanas que deben ser recibidos y para los cuales es urgente abrir corredores humanitarios”.
Asimismo, el Papa ha invitado nuevamente a hacer, el próximo Miércoles de Ceniza –2 de marzo– “una Jornada de Oración y Ayuno por la paz en Ucrania”, cuyo objetivo será “hacernos cercanos al sufrimiento del pueblo ucraniano, para sentirnos todos hermanos e implorar a Dios por el fin de la guerra”.
Limpiar la mirada y el lenguaje
Antes del ángelus, Francisco ha reflexionado acerca de la liturgia de este domingo. “El riesgo que corremos, dice el Señor, es concentrarnos en mirar la astilla en el ojo del hermano sin fijarnos en la viga en el nuestro”, ha expresado el Papa. “En otras palabras, estar muy atentos a los defectos de los demás, incluso a los pequeños como una paja, descuidando serenamente los propios, dándoles poco peso”, ha continuado. “Lo que dice Jesús es cierto: siempre encontramos razones para culpar a los demás y justificarnos a nosotros mismos”.
Ante todo ello, “el Señor nos invita a limpiar nuestra mirada“. “Primero nos pide que miremos dentro de nosotros mismos para reconocer nuestras miserias. Porque si no somos capaces de ver nuestros defectos, siempre estaremos inclinados a magnificar los de los demás”, porque, “si, en cambio, reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se nos abre la puerta de la misericordia”.
“Después de haber mirado hacia adentro”, ha aseverado el Papa, “Jesús nos invita a mirar a los demás como lo hace él, que no ve sobre todo el mal, sino el bien. Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino niños que se equivocan. Dios siempre distingue a la persona de sus errores. Siempre cree en la persona y siempre está dispuesto a perdonar los errores. Y nos invita a hacer lo mismo”.
Por último, Francisco ha señalado que “después de la mirada, hoy Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestro hablar“, porque “las palabras que usamos dicen quiénes somos”. “Con el lenguaje también podemos alimentar prejuicios, levantar barreras, agredir e incluso destruir a nuestros hermanos”, ha subrayado, y ha advertido, además, que “hoy en día, especialmente en el mundo digital, las palabras corren rápido; pero demasiados transmiten ira y agresión, alimentan noticias falsas y aprovechan los miedos colectivos para propagar ideas distorsionadas”.