Maria Angela Mariano trabaja en la iglesia alemana donde es Gemeindereferentin, responsable de la comunidad católica italiana de Rottweil, en la diócesis de Rotemburgo/Stuttgart. Se dedica a la liturgia de la Palabra, catequesis, celebra funerales y realiza tareas administrativas. Los católicos en Alemania están acostumbrados desde hace mucho tiempo a tener laicos, hombres y mujeres, en puestos pastorales de responsabilidad.
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También es miembro de la Frauenkommission, la comisión de mujeres, organismo establecido por el obispo Gebhard Fürst. Nacida en Alemania, hija de migrantes, regresó a Italia a los 18 años, al pueblo de sus padres, Nardò, para conocer sus raíces. Allí obtuvo su segundo diploma, una maestría. Pero en Italia, con las oposiciones bloqueadas, no pudo acceder a un puesto de trabajo.
Trabajó como cajera en un supermercado, pero no logró mantenerse y regresó a Alemania. Contaba un título de auxiliar de clínica, pero le atraía la Iglesia. Decidió estudiar teología y pedagogía religiosa aplicada en Friburgo: “Las mujeres en la Iglesia de hoy están formadas, preparadas y no quieren ser solo catequistas y depender de la benevolencia del párroco, sino tener espacio para anunciar el Evangelio”.
Después de sus estudios, ejerció como asistente pastoral y luego trabajó como community manager cerca de Stuttgart. En el año 2000 recibió autorización del obispo para celebrar la liturgia de la Palabra con homilía durante los funerales. “Fui una de las primeras mujeres en celebrar un funeral. Cuando me veían me preguntaban si era protestante. Kilian Nuß, rector del Wilhelmsstift de Tübingen, me apoyó mucho”.
Ser aceptada
En 2007 se mudó con sus tres hijas a Rottweil para acompañar a su esposo diácono. Aquí se hizo responsable de la comunidad católica italiana y asumió varias funciones en la comunidad alemana y en la pastoral hospitalaria. En la tradicional Rottweil no era fácil lograr que una mujer fuera aceptada para los deberes pastorales. “Estábamos almorzando con unos invitados cuando una señora alemana se acercó al cura y señalándome le dijo: Tengo que decirle algo sobre la señora Mariano. Tengo que felicitarla. ¡Tiene una colaboradora tan buena que, si me muero, la quiero en mi funeral!”.
Maria Angela sonríe, no es una mujer que recuerde con amargura. Cuando un sacerdote le impidió administrar la eucaristía, a pesar de tener la autorización del obispo, no puso objeción alguna. Desde 2011 es ‘Ansprechperson’, persona de referencia que lidera la comunidad junto al párroco.
En la diócesis de Rotemburgo/Stuttgart hay 21 personas con esta labor: tienen funciones administrativas, pastorales y litúrgicas, y pueden usar el sello para firmar documentos como los matrimoniales. Cuatro de ellos, dos hombres y dos mujeres, dirigen la parroquia según el canon 517.2 del Derecho Canónico y tienen al obispo como superior directo.
Abrir los ojos del obispo
En 2017, el obispo Fürst estableció la Frauenkommission, de la que es miembro Maria Angela. Es un órgano consultivo integrado por doce mujeres presente en otras diócesis alemanas. “El obispo quería profundizar sobre lo que necesitan las mujeres en la Curia, en la Iglesia y en la sociedad. Al principio, su actitud fue algo defensiva, no había diálogo. Se lo indicamos, lo entendió perfectamente, y se disculpó. Cambiamos el orden de las intervenciones de forma que somos nosotras las que primero hablamos”.
Tratan de diversas cuestiones que van desde la hostilidad de las homilías hacia las mujeres por parte de algunos sacerdotes, hasta casos de acoso sexual, pero también propuestas para potenciar a las mujeres en la curia. “Hay muchas mujeres decepcionadas con la Iglesia. Tratemos de abrir los ojos del obispo a la realidad social”.
*Reportaje original publicado en el número de febrero de 2022 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva