“Un enemigo traicionero, a pesar de sus compromisos y garantías, violando las normas básicas del derecho internacional, como un agresor injusto, puso un pie en suelo ucraniano, trayendo consigo muerte y destrucción”. Estas palabras de Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk fueron leídas por el padre Carlos Carbosh que presidió la misa de la comunidad ucraniana este domingo.
- PODCAST: La Iglesia española audita los abusos
- Inscríbete gratis al Congreso ‘Iglesia y Sociedad Democrática: plazas limitadas
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El conflicto entre Rusia a Ucrania despertó la inquietud y el interés de toda la comunidad internacional. En la Argentina, por este motivo, el obispo eparca, Daniel Kozelinski, había organizado dos jornadas de oración que se llevaron a cabo el 29 y 30 de enero. Allí se rezó por la paz, la unidad y la prosperidad.
En el marco de la invasión y guerra manifiesta al territorio ucraniano, el domingo los fieles ucranios volvieron a reunirse para rezar por la paz en su país. Hubo banderas, oración y emociones para reflejar la preocupación, la tristeza y el dolor por lo que está sucediendo. La comunidad ucraniana en el país es de alrededor de 500 mil personas.
Las palabras de Su Beatitud
El arzobispo de la Iglesia greco-católica ucraniana Sviatoslav Shevchuk había afirmado que la patria estaba en peligro, pero aseguró que la Iglesia ucraniana estará siempre con el pueblo.
Ratificó que son un pueblo que ama la paz, que no quiere hacer la guerra, no reclaman territorio de otros países. pero “estaremos preparados para defender nuestra casa común que es nuestra querida tierra ucraniana hasta el final”.
En la celebración eucarística dominical, el p. Carlos explicó a los fieles que el mensaje de Su Beatitud es una invitación a orar insistentemente y ponerse en manos de Dios, y pidió a la comunidad: “Tenemos que tener los ojos atentos y pedir al Señor que todos nos convirtamos a Dios, es decir que volvamos nuestros carriles, a los carriles de Dios”.
