Vaticano

El Papa agradece a los polacos en la audiencia general que abran sus “fronteras, corazones y casas” a los refugiados de Ucrania

  • “Estáis ofreciéndoles generosamente todo lo necesario para que puedan vivir dignamente, pese a la dramaticidad del momento”, afirma Francisco, asegurando que “lleva en el corazón” el sufrimiento de este pueblo castigado por la invasión rusa
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Cuando se cumplen siete días de combates en Ucrania debido a la invasión rusa, el papa Francisco tuvo palabras de agradecimiento para los polacos que acogen a los refugiados ucranianos que llegan a sus fronteras. Más de 280.000 personas han llegado ya a territorio polaco, según los datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). “Vosotros habéis sido los primeros en apoyar a Ucrania, abriendo vuestras fronteras, vuestros corazones y las puertas de vuestras casas a los ucranianos que escapan de la guerra”, dijo el Pontífice en su saludo a los fieles polacos al final de la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano.



“Estáis ofreciéndoles generosamente todo lo necesario para que puedan vivir dignamente, pese a la dramaticidad del momento. Os lo agradezco profundamente y os bendigo de corazón”, subrayó Jorge Mario Bergoglio, comentando a continuación que Marek Viktor Gongalo, el franciscano que se encarga de traducir su catequesis al polaco, es de nacionalidad ucraniana.

“Sus padres están en un refugio bajo tierra para defenderse de las bombas, cerca de Kiev. Pero él sigue con su trabajo aquí. Acompañándolo a él acompañamos a todo el pueblo y a todos los ancianos que están bajo tierra para defenderse. Llevamos en el corazón el recuerdo de este pueblo y gracias a ti por continuar con tu trabajo”, le dijo el Papa a Gongalo, que agradeció sus palabras saludándole al final de la audiencia general.

La importancia de la “memoria cultural”

En su catequesis, Francisco continuó hablando sobre los ancianos, deteniéndose en esta ocasión en la importancia de que haya una estrecha relación entre generaciones. Aunque “la acumulación de la memoria cultural aumenta la familiaridad necesaria para afrontar los pasajes inéditos”, ésta es hoy cada vez más reducida debido a la prisa de la sociedad contemporánea.

“El exceso de velocidad, que ya obsesiona todos los pasajes de nuestra vida, hace cada experiencia más superficial y menos ‘nutriente. Los jóvenes son víctimas inconscientes de esta escisión entre el tiempo del reloj, que quiere ser quemado, y los tiempos de la vida, que requieren una adecuada ‘fermentación’”, lamentó Bergoglio.

Acabar con la “prepotencia del reloj”

La superposición de las generaciones” consigue en cambio que se produzca “una fuente de energía para un humanismo verdaderamente visible y vivible”. Por desgracia, las ciudades modernas resultan hoy “hostiles” tanto para los ancianos como para los niños, pues el “exceso de velocidad pulveriza la vida, no la hace más intensa”. Para alcanzar la sabiduría, en cambio, “hace falta perder el tiempo”. Por ello instó a los fieles y peregrinos presentes en el Aula Pablo VI del Vaticano que “pierdan el tiempo” con sus hijos, porque de esta manera “fortifican la familia humana”.

Tras criticar una vez más la “obsesión por la velocidad”, que “consume” la vida, el obispo de Roma invitó por dos veces en la parte final de su catequesis a lograr una reforma social que haga que “la prepotencia del reloj se convierta en la belleza de los ritmos de vida”.

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