Fabiola Martínez afronta una nueva etapa en su vida después de su divorcio con Bertín Osborne. Tras más de 20 años de convivencia, la ex modelo venezolana anunció que ponían punto y final a su relación amorosa pero no así a la amistad. A partir de ese instante, su vida no ha parado. Se ha entregado en cuerpo y alma a su nuevo trabajo como directora de Marketing y Comunicación en López Real Inversores 21 y, especialmente, a la presidencia de la Fundación Bertín Osborne.
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PREGUNTA.- Acaba de pasar el COVID junto a uno de sus dos hijos, ¿cómo se encuentran?
RESPUESTA.- Estamos bien, afortunadamente no hemos tenido ninguna secuela. Yo lo he pasado un poco más fuerte que Carlos, pero ya estamos bien, gracias a Dios.
P.- ¿Qué es, para quien no lo sepa, la Fundación Bertín Osborne?
R.- Es esa mano amiga que te encuentras cuando te dan el diagnóstico de tu hijo y no sabes por dónde empezar, ni a quién acudir. Somos la fundación de las familias, nuestro fin es dar apoyo, asesoramiento y formación 360º en todos los ámbitos posibles, desde atención psicológica, asesoramiento legal, asistencia social, asesoramiento médico hasta autocuidado, ‘mindfulness’, etc. No solo atendemos a madres y padres, sino a todo el entorno familiar vinculado directamente con la persona con necesidades especiales. Y todo de forma gratuita, ninguno de nuestros servicios tiene coste para la familia.
Ideas erróneas
P.- Pide que se acabe con la desinformación y la ignorancia, ¿qué ideas erróneas tenemos con respecto a las enfermedades cerebrales?
R.- Una idea muy común y muy, muy errada es que la parálisis, daño o lesión cerebral es una enfermedad, este error genera mucha confusión a la hora de intentar entender por qué no hay curación, no se investiga o no hay tratamientos. Pues resulta que el daño cerebral no es una enfermedad, es una consecuencia que deja secuelas muy diversas y cada caso es casi único. Aunque tienen rasgos en común, afecta de manera diferente y evoluciona de forma distinta. Siempre lo explico comparándolo con un golpe muy fuerte que deja una cicatriz, aprendes a vivir con ella, pero no se quita. (…)
P.- ¿Es una mujer de fe?
R.- Totalmente. La fe da fuerzas, esperanza. En los momentos más duros me refugio en mi fe para sentirme segura y, en cierta forma, protegida y agradecida. (…)