Vaticano

Francisco condena la invasión de Ucrania como “una guerra que siembra muerte, destrucción y miseria”

  • “¡La guerra es una locura, parad por favor!”, clama el Papa durante el rezo del ángelus.
  • El Santo Padre envía a dos cardenales a la zona para capitanear la ayuda humanitaria de la Iglesia: el ‘ministro’ de los refugiados Michael Czerny y el limosnero de los pobres Konrad Krajewski





Poco antes de comenzar sus Ejercicios Espirituales, que una vez más serán realizados de forma personal y no en la Casa Divin Maestro de Ariccia, el papa Francisco ha presidido la oración mariana del ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Este será el último acontecimiento público del pontífice hasta que finalice su retiro el próximo viernes, 11 de marzo, ya que se suspenden todos los compromisos de la agenda papal –incluida la audiencia general del próximo miércoles, 9 de marzo–. Precisamente, el Papa ha invitado a llevar a esta experiencia las necesidades de toda la Iglesia y el mundo.



Ante un mar de banderas de Ucrania, el pontífice hizo un llamamiento a la paz en la región en la que se están produciendo “ríos de sangre y de lágrimas”, para el Papa no estamos solo ante una “operación militar” sino ante “una guerra que siembra muerte, destrucción y miseria”. El pontífice ha recordado a las víctimas y a quienes tienen que huir ante la gran necesidad de asistencia humanitaria. Por ello ha reclamado que sean garantizados los corredores humanitarios y la llegada del soporte necesario a las zonas bombardeadas.

Refugiados y negociaciones

Francisco agradeció a quienes acogen a los refugiados e invitó a las negociaciones frente a los ataques armados respetando el derecho internacional. Además, agradeció a los periodistas que arriesgan su vida por el derecho a la información, “un servicio que nos permite estar cercanos y valorar la crueldad de una guerra”. El pontífice reiteró la disposición de la Santa Sede en este conflicto, que se ha hecho presente a través de dos cardenales.

Concretamente, se han trasladado a la zona el limosnero apostólico, el cardenal polaco Konrad Krajewski, responsable de las obras de caridad del Papa, y el jesuita cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, para acompañar los camiones que llevan ayuda humanitaria hasta el país. “Representan la presencia del Papa y de todo el pueblo cristiano que quiere decir ‘la guerra es una locura, parad por favor'”, subrayó Francisco.

La experiencia del desierto

A partir del Evangelio de las tentaciones en el primer domingo de Cuaresma (cf. Lc 4,1-13), el Papa ha destacado que el “desierto simboliza la lucha contra las seducciones del mal, para aprender a elegir la verdadera libertad”. Jesús “a través de esta lucha espiritual que afirma con decisión qué tipo de Mesías pretende ser”, señala. Unas tentaciones que se traducen en las necesidades materiales, el aumento de poder y “obtener una señal prodigiosa de Dios” aprovechándose de Dios “en su propio beneficio”.

“Es una propuesta seductora, pero conduce a la esclavitud del corazón: nos obsesiona el deseo de tener, lo reduce todo a la posesión de cosas, de poder, de fama. Este es el núcleo de la tentación”, ha destacado el pontífice que ha definido estas propuestas como “el veneno de las pasiones en el que arraiga el mal”. A esto Jesús responde “con la Palabra de Dios, que dice que no hay que aprovecharse, que no hay que utilizar a Dios, a los demás y las cosas para uno mismo, que no hay que aprovecharse de la posición para adquirir privilegios”. “La verdadera felicidad y la libertad no están en poseer, sino en compartir; no en aprovecharse de los demás, sino en amarlos; no en la obsesión por el poder, sino en la alegría del servicio”, ratificó Francisco.

Vencer el mal

El Papa invitó a todos a estar pendientes de estas tentaciones que son actuales y que “a menudo se presentan bajo una aparente forma de bien”. Y es que, advirtió, el diablo “incluso sabe disfrazarse con motivos sagrados, aparentemente religiosos”. “Si cedemos a sus halagos, acabamos justificando nuestra falsedad disfrazándola de buenas intenciones”, denunció Francisco. “Por favor, ¡no hay que transigir con el mal! No debemos dialogar con la tentación, no debemos caer en ese sueño de la conciencia que nos hace decir: ‘después de todo, no es grave, ¡todos lo hacen así!’. Miremos a Jesús, que no busca el acomodo, no hace acuerdos con el mal. Se opone al diablo con la Palabra de Dios y así vence la tentación”, recomendó el Papa. Para Francisco Jesús “no dialoga jamás con el diablo”.

Finalmente, el pontífice invitó a que la Cuaresma será un tiempo de silencio y oración, “durante el cual podamos detenernos y mirar lo que se agita en nuestro corazón”. “Hagamos claridad interior, poniéndonos ante la Palabra de Dios en la oración, para que se produzca en nosotros una lucha benéfica contra el mal que nos esclaviza, una lucha por la libertad”, recomendó Francisco.

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