La teóloga y miembro de la Comisión Metodológica del Sínodo de la Sinodalidad, Cristina Inogés, ha participado hoy en las XXXIV Jornadas de Teología del Instituto Teológico de Murcia, que se celebran bajo la premisa de ‘La mujer en la Teología’.
- PODCAST: La paz se desangra en Ucrania
- Inscríbete gratis al Congreso ‘Iglesia y Sociedad Democrática: plazas limitadas
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Durante su alocución, Inogés ha señalado que “en este momento, el futuro de la Iglesia está ligado, guste o no, al lugar que la mujer ocupe en la misma“. Por eso, ha animado a “conseguir entre todos, no como ley de obligado cumplimento, sino como normalidad asumida desde nuestro bautismo, que la mujer en la Iglesia sea vista, tratada y respetada en paridad con el hombre, será la prueba de fuego de que vamos madurando en la fe, en la manera de asumir el mensaje de Cristo”.
Del mismo modo, Inogés ha reconocido que “se están produciendo cambios“, ya que “hoy entran mujeres en los consejos episcopales, otras se encuentran en puestos institucionales hasta ahora reservados a los sacerdotes. Son cambios sonados, pero son pocos, lentos y sin proyección”.
El papel de Francisco
“Queda mucho por hacer para superar la invisibilidad de las mujeres”, ha aseverado. “La oportunidad del momento presente es poder hacer justicia a la complejidad de más de veinte siglos de cristianismo, donde conviven los prejuicios de la misoginia con el dinamismo de la feminidad cristiana presente en la historia profunda que se inicia ya en la Sagrada Escritura”, ha añadido.
En cuanto al papel del papa Francisco, Inogés ha señalado que “no es nada inocente que ahora que nos movemos en el mundo de la imagen y que aquello que no sale reflejado en una foto no existe, el obispo de Roma, que así se define Francisco sobre todo, señale con frecuencia a las mujeres nombrándolas para cargos relevantes sacándonos de una invisibilidad donde se nos tiene tradicionalmente en la Iglesia”.
“Esto, aunque a simple vista no lo parezca”, ha continuado, “es una interpretación de las Escrituras en clave totalmente evangélica. Porque Francisco, que no ha descubierto la pólvora con este comportamiento, se limita a actuar con la normalidad de Jesús en el evangelio, sí está revolucionando esa estructura tradicional (en el peor sentido) acostumbrada a que la única presencia de mujeres por algunas zonas vaticanas era para limpiar”.
Sin embargo, “hay quienes, varones y mujeres, todavía hoy andan preguntando quién tiene que hacer esa profunda teología de la mujer, sin ser capaces de mirar a su alrededor y ver los signos que están indicando el camino”. “Esa profundización en la teología de la mujer, de la que habla Francisco, se propone para ir incorporando novedades que permitan ir abriendo nuevos caminos. Sin embargo, algunos han seguido haciendo una reflexión desde una dirección que es confirmar el lugar tradicional de la mujer a partir del controvertido tema del sacerdocio femenino”, ha explicado.
Más del 80% de los fieles
“En lugar de reflexionar a la luz del Espíritu”, ha apuntado Inogés, “se han puesto a buscar más argumentos para mantenernos en unos papeles asignados por ellos mismos y, lo que es peor, haciendo creer a muchos (cada vez menos afortunadamente) que no hay cambio posible“.
Por otra parte, Inogés ha recordado que “desde el inicio del presente siglo”, las mujeres “somos más del ochenta por cien de la misma. Dicho de una manera más gráfica, si no estuviéramos en la Iglesia, esta se hundiría”. Sin embargo, “eso parece no ser relevante para nadie. Y debería serlo. No por la simple estadística que demuestra cada año que cada vez somos menos en la Iglesia en general, sino porque ese ochenta por ciento, algo tendrá que decir. Es más, cabría preguntarse, ¿acaso no dice nada?”
“Claro que decimos”, ha reivindicado, “pero no se nos escucha ya que, después de todo, somos mujeres en una institución que ha hecho del poder religioso el centro de su existencia y no del cristianismo que es una forma de vida profunda, fraterna, e igualitaria y que así mostró Jesús de Nazaret“.
Del mismo modo, Inogés ha explicado que “la clave de que nuestra palabra no sea escuchada, respetada, valorada que luego tendrá otras derivadas” parte de que a la mujer se la considera “como un peligro sexual”. “Decir que toda nuestra Iglesia cree que somos un peligro sexual sería una barbaridad, pero buena parte de nuestra Iglesia ‘oficial’ sí lo cree y actúa en consecuencia”, ha afirmado. “Si os dais cuenta, en nuestra Iglesia, en el trasfondo de los problemas más serios que hay en este momento, tienen que ver con una relación pervertida con la sexualidad y, ahí, las mujeres estamos en medio”.
Hablar con el pueblo de Dios
Además, en cuanto al sacerdocio femenino, ha apuntado que “pensar que nuestra palabra sería más tenida en cuenta si pudiésemos ser sacerdotes ordenados, es conceder al sacerdocio ordenado un halo de poder y de prestigio como si fuera lo más en la vida cristiana”. Esto, de hecho, “es clericalimo puro y duro (que también se practica desde el laicado) cuando ahora tenemos que trabajar todos en la dirección de ir borrando esas ideas que tantos problemas han traído”.
“Palabra tenemos y no nos toca a nosotras buscar los cauces para que sea escuchada, ni esperar a que nos concedan permiso, como si de una gracia se tratase, para poder hablar”, ha añadido. “Lo que nos toca hacer a todos es una labor de concienciación y formación que permita descubrir la teología bautismal de forma profunda. Solo desde ese descubrimiento, podremos avanzar en la dirección correcta”.
Por último, ha manifestado que “la religión habla de nosotras. El cristianismo habla con nosotras”. Y ha suscitado la siguiente reflexión: “¿Por qué tenemos que esperar a que alguien nos de permiso? No hay que esperar el respeto de la Iglesia oficial, que sería de desea, pero podemos vivir y reflexionar sin ese respeto que se define solo. Hay que hablar al pueblo de Dios, solamente eso. Tenemos a nuestro alcance plataformas impensables hace unos años para que nuestra voz se escuche. ¡Vamos a aprovecharnos! Dios nos dio voz; el bautismo nos hace iguales… De verdad, ¿hay que pensárselo mucho más?”