El cardenal jesuita Michael Czerny, prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha presentado el viaje que ha emprendido rumbo a la frontera entre Hungría y Ucrania en nombre del papa Francisco. En un artículo en la web ‘Aggiornamenti Sociali’ ha destacado que está acción es “un viaje de oración, profecía y denuncia”.
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La cercanía del Papa
Como el cardenal Konrad Krajewski, Limosnero papal, ha viajado a la frontera polaca, Czerny ha viajado este 8 de marzo a ahusaros con el objetivo de entrar en territorio ucraniano si la situación lo permite. “Mi misión en Ucrania es un signo de esta voluntad y mi tarea es llevar la presencia y la cercanía del Papa y de todo el pueblo cristiano a aquellos que sufren”, escribe.
El prefecto espera conocer la situación, llevar ayuda y reunirse con la gente. “Esta es la profecía de una presencia y una cercanía que puede que parezcan débiles, incluso insignificantes según la lógica del mundo y la fuerza de las armas”, apunta. Para el purpurado “estar cerca de su pueblo, de sus hijos que sufren, es la forma que Dios ha escogido para entrar en la historia del mundo. Incluso al precio de acabar en una cruz”.
Prometiendo oraciones, destaca el valor de que “estas personas comparten el don de su cercanía con Dios con aquellos que se encuentran con ellos, con aquellos que quieren vivir el sacramento de la presencia, llevando la palabra del Evangelio y un apoyo concreto”.
Un viaje de denuncia
“La fe no está ausente de la tragedia que está viviendo Ucrania, porque está en los corazones de las personas que huyen de la guerra: la mayoría de ellos son creyentes, como muchos de los que los acogen, y es importante que todos aquellos que quieran recibir asistencia espiritual puedan hacerlo, respetando las diferencias entre las distintas confesiones y religiones”, destacó.
También, concluye, es suyo es “un viaje de denuncia”. “La historia de los refugiados ucranianos es bien conocida, se desarrolla según el guion dramático de demasiados conflictos que ensucian nuestro mundo, a menudo olvidados”, reclama. Una denuncia que llega al rechazo que han sufrido los migrantes africanos y asiáticos que vivían en Ucrania. “Todos somos hijos de un mismo Padre y la fraternidad no conoce fronteras: este es el sentido del abrazo del Papa y de la Iglesia que llevo para todos los que vaya a encontrar”, sentencia.