Para Manuel Pizarro, “la globalización no es buena ni mala, más bien debemos ser sus protagonistas no sus espectadores”. Es la invitación a una ciudadanía activa que el presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación lanzo durante su ponencia en la jornada de apertura del II Congreso Iglesia y Sociedad Democrática organizado por la Fundación Pablo VI y que se celebra entre hoy y mañana en Madrid.
Ocurrente y pedagogo, el reconocido economista no evitó ningún charco ni se perdió por reflexiones abstractas relativas al saldo de la balanza comercial o a la oferta monetaria. Más bien, lo contrario. “Los mercados somos cada uno de nosotros con lo que compramos y consumimos, no es un monstruo que tenemos por encima y que nos amenaza”, compartió con unos asistentes a quienes recordó que “comprar es una acto moral y no solo económico” por lo que hizo un llamamiento a tener “un papel más incisivo” como consumidores”.
En este sentido, comentó cómo esta era global ofrece “una oportunidad para una gran redistribución de la riqueza”, pero también alertó de que “puede provocar grandes desigualdades”.
Así, puso precisamente el papel que puede jugar la Iglesia en esta reconstrucción social, a la que instó a “ser en estos momentos de confusión sal de la tierra y luz del mundo, para que ilumine con su verdad y su ejemplo al pueblo que camine en tinieblas”.
Además, Pizarro sacó pecho por la institución y ante el presidente de los obispos, el cardenal Juan José Omella, defendió que “no se puede demonizar solamente a la Iglesia católica”. “No tenemos una mayor cuota de pecadores que el resto de la sociedad”, apuntó en una alusión indirecta a la crisis de los abusos sexuales.
Católico convencido que forma parte del Comité Ético de Cáritas Española, puso en valor a la plataforma eclesial a la que presentó como “un ejemplo para la sociedad civil y de lo que los cristianos tenemos que hacer en el ámbito social”.
Echando mano de la encíclica ‘Caritas in veritate’ de Benedicto XVI y de la ‘Populorum Progressio’ de Pablo VI defendió precisamente la necesidad de “una operación de saneamiento y de la transparencia para la recomposición del tejido de nuestra sociedad” que extendió a ámbitos como la política o los medios de comunicación. En materia eclesial, señaló que “no se puede ser sacerdote por la mañana y especulador urbanístico con dinero negro por la tarde”.
En un plano más personal, Pizarro dijo identificarse en ocasiones con el joven rico que sabe que no es capaz de vivir en plenitud el seguimiento de Jesús. Sin embargo, frente a la sensación de derrota, expresó compartir más la experiencia de Zaqueo en el sicomoro y la vivencia de José de Arimatea. “Siempre he procurado vivir como un cristiano”, apuntó.