En una audiencia a un grupo de pequeños y medianos empresarios italianos, Francisco denuncia que la guerra de Ucrania demuestra que muchos gobernantes siguen sin aprender “la lección de las tragedias del siglo XX”
La política y la economía deben ponerse “al servicio de la vida y de la Creación” y no “de la no-vida y de la muerte, como por desgracia sucede a veces”. En el discurso que dedicó este lunes a los miembros de la asociación italiana ‘Anima per il sociale nei valori d’impresa’ (Alma por lo social en los valores de la empresa), con motivo del 20 aniversario de su fundación, el papa Francisco lamentó que la crisis iniciada en 2007 no haya propiciado una reacción positiva suficiente, al tiempo de denunció cómo la guerra de Ucrania demuestra que muchos gobernantes siguen sin aprender “la lección de las tragedias del siglo XX”.
Respondiendo a quienes consideran que los criterios éticos y sociales pueden significar una suerte de “jaula que mortifica la libertad y la creatividad económica”, el Pontífice señaló que la realidad puede ser justo la contraria. “De hecho, si queremos que el mundo futuro sea estable y digno del hombre, es necesario que la economía sea más libre del poder de la finanza y más creativa en la búsqueda de formas de producción orientadas a una ecología integral”, pidió Jorge Mario Bergoglio, subrayando que la economía debe ser “concreta” y no “líquida ni gaseosa”.
En su deseo de que se construya una economía “nueva”, que respete tanto “la dignidad humana” como “el medio ambiente”, el Papa señaló la importancia de partir “desde abajo” y de compartir experiencias entre organizaciones similares. Se logra así formar “una red capaz de incidir a niveles cada vez más amplios”.
No dejó pasar Francisco la ocasión para dar “un consejo ‘de obispo’” a los pequeños y medianos empresarios presentes en la audiencia, celebrada en el Palacio Apostólico del Vaticano. “Si queréis ser ‘alma’ en el mundo de la empresa, no dejéis de cuidar vuestra propia alma, la que nos viene de Dios”. Para ello consideró imprescindible “resistir a la tentación del activismo” y dejar tiempo para “reflexionar, pensar y contemplar”. El activismo, lamentó a continuación, acaba destruyendo la interioridad. “No hablo de religiosidad, sino de interioridad humana”, subrayó.