Cultura

‘Mobbing’ en el convento: “Vosotras habéis provocado a los sacerdotes”

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Lejos de querer enumerar una árida casuística de la problemática, este libro pretende ser un instrumento para dar voz a personas, a almas, a rostros. Nos hemos encontrado con Anne-Marie, Marcela, Anna, Elizabeth, Vera, Elena, Aleksandra, Lucy, Thérèse, Magdalene… Nombres, por petición suya, totalmente inventados, como también son inventados los nombres de los personajes que acompañan sus experiencias. (…)



No son inventados los hechos narrados, los sufrimientos manifestados, las tragedias sufridas. Estos, lamentablemente, son terriblemente auténticos. Y suscitan algunos interrogantes, cuya respuesta no va a ofrecerse en las páginas de este libro. (…)

Aleksandra

“Evidentemente habéis sido vosotras quienes habéis provocado a los sacerdotes”, fue la respuesta que la superiora dio a Aleksandra, religiosa consagrada de treinta y un años que ha pedido la dispensa de los votos. La joven acaba de contarle los abusos sufridos por parte del sacerdote que la acompañaba en un proyecto dentro del instituto.

Ese proyecto, un centro de espiritualidad para ayudar a mujeres jóvenes que quisieran acercarse a la vida religiosa y realizar un curso de discernimiento, había sido idea de Aleksandra. Había trabajado en él día y noche para ponerlo en marcha, aprovechando, asimismo, sus antiguos estudios anteriores en psicología, que había abandonado para seguir su vocación.

La superiora, de su misma nacionalidad, un poco mayor que ella, siempre reacia a cualquier novedad, había aceptado la puesta en marcha de su iniciativa. Pero pasadas unas semanas decidió que junto a Aleksandra, fundadora y guía del centro, hubiese un sacerdote de la diócesis, el padre Dariusz, que siempre había estado muy cercano al instituto. “Al principio fue de gran ayuda, pero luego empezó a tener comportamientos extraños, y finalmente empezó a buscar mi cercanía física.

No quiero recordar

Lo que al principio fueron amables palabras de halago se convirtieron en comentarios molestos, hasta desembocar en un auténtico abuso. Reaccioné enseguida, pero él no paraba. No recuerdo la hora, no recuerdo el lugar, no recuerdo los detalles… No quiero hacerlo, porque he querido extirparlo todo. Solo sé que ese día algo se quebró dentro de mi alma”.

Aleksandra informó enseguida de la situación a su superiora. “Se mantuvo impasible, pero puede que esa fuera mi impresión. Lo que me hundió fue su respuesta: me dijo que algunas otras religiosas se habían quejado ya de temas parecidos, y que evidentemente, si ocurrían, era porque éramos las hermanas las que provocábamos a los sacerdotes”.

Mucho sufrimiento

Aleksandra se quedó inmóvil durante semanas, abrumada por pensamientos, hundida por el ‘shock’, además de tener una sensación de suciedad y de miedo. De modo que, muy a su pesar, ofreció una excusa a la superiora para que la apartara del cargo de guía del centro de espiritualidad. “Claramente no estás bien”, me dijo. “No podrías gestionar el proyecto”. Y así, Aleksandra fue sustituida, por el padre Dariusz, precisamente. “Lo que había sido una idea mía pasaba ahora a manos de un sacerdote ajeno e incómodo. Aún me produce mucho sufrimiento”.

El abuso y el trato recibido justo después fueron para esta joven una señal evidente: ese camino que había iniciado de muy joven debía interrumpirse. Era el epílogo de una serie de “violencias” que dice haber sufrido. Ella y otras hermanas de Congregación. (…)

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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