Un encuentro de una media hora, con el protocolo exigido y la cercanía que algunos no esperarían. Así transcurrió la presentación de las cartas credenciales de Isabel Celaá al Papa Francisco que la acredita oficialmente como embajadora española ante la Santa Sede.
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La cita diplomática que se celebró en la mañana del viernes 18 de marzo transcurrió según lo esperado, sin ningún sobresalto y con una cordialidad que tiraba por tierra las expectativas de tensión generadas en algunos foros tras el nombramiento de la que fuera ministra de Educación del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
Protocolo vaticano
La nueva embajadora española cumplió estrictamente con el protocolo vaticano, indumentaria incluida, un gesto que no pasó desapercibido para el pontífice. “¡Muchas gracias por venir con la peineta!”, bromeó Francisco con la política socialista básica, vestida de negro riguroso y mantilla.
El acto comenzó con el saludo protocolario en la llamada Sala del Trono dentro de los Palacios Apostólicos, a donde Celaá llegó con su familia: su marido, sus dos hijas y algunos familiares, así como al personal diplomático de la embajada.
Intercambio de rosarios
La ex ministra obsequió a Francisco con un rosario de la Cartuja de Burgos y una pequeña estatua del busto de San Ignacio, de parte de una comunidad jesuita del País Vasco. Por su parte, el sucesor de Pedro correspondió con sus principales textos magisteriales y un rosario bendecido.
Tras su encuentro con el Papa, la embajadora debería haber mantenido una reunión con el secretario de Estado, Pietro Parolin. Sin embargo, esta cita se ha aplazado al encontrarse el ‘primer ministro’ vaticano de viaje oficial.