La frontera entre Polonia y Ucrania es uno de los lugares en los que más se hace sentir el conflicto más allá de las poblaciones bombardeadas por Rusia. Lo sabe bien Cáritas Polonia que en las últimas tres semanas ya ha destinado 83 millones de zlotys, casi de 17.700.00 euros, de ayuda a Ucrania a través de la asistencia a los refugiados o apoyando a las entidades Cáritas-Spes y Cáritas Ucrania –la entidad social de las Iglesias católicas de rito latino y de rito oriental– que organizan los transportes humanitarios.
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Necesidades básicas
Los últimos datos recogidos por la entidad polaca hablan de 130 centros de Cáritas que están proporcionando cerca de 47.000 comidas al día en los distintos lugares fronterizos. Una ayuda de la que ya se habrían beneficiado más de 438 mil personas. Una atención de emergencia que es la puerta de acceso a los programas que Cáritas está poniendo en marcha de atención a medio y largo plazo para las personas desplazadas.
Hasta ahora se han gestionado entregas de bienes básicos como alimentos, agua, productos de higiene, ropa, mantas, almohadas y ropa de cama. Elementos que ya no están disponibles en zonas de Ucrania. También se han enviado casi 500 camiones y vehículos, que han transportado 7300 toneladas de ayuda. Además de alimentos, productos de higiene y productos médicos, también se enviaron generadores de energía, productos de limpieza, sacos de dormir, mantas y linternas.
Para seguir asistiendo a quienes cruzan la frontera, se han establecido 26 puntos de ayuda con 1.200 voluntarios de Cáritas y numerosas religiosas que han apoyado a los desplazados. Uno de esos puntos es en la estación de tren de Przemyśl, donde Cáritas ha creado un espacio específico para el descanso y asistencia de mujeres con niños pequeños. Por estos puntos han pasado a 8,6 mil personas, entre ellas más de 4,7 mil niños. Además, las familias polacas se han volcado acogiendo apoyando a casi 30 mil refugiados en sus casas o haciendo paquetes de alimentos o artículos de higiene. Además, más de 800 niños ya han sido alojados en centros sociales, casas de ejercicios espirituales y casas sacerdotales. Muchas de las cifras de desplazados, señalan desde Cáritas, recuerdan a las secuelas de la II Guerra Mundial.