Francisco confiesa que aprendió “el odio y la rabia a la guerra” de su abuelo, que combatió en la Primera Guerra Mundial y le transmitió “los sufrimientos” provocados por los conflictos bélicos
Cuando está a punto de cumplirse un mes desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, la guerra desatada en ese país volvió a estar presente en la audiencia general presidida por el papa Francisco este miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano. Al final de su catequesis, el Pontífice propuso a los fieles y peregrinos presentes que rezaran con él un Ave María en recuerdo de “las víctimas de la guerra”.
Con el gesto compungido, Jorge Mario Bergoglio mencionó a las personas “aisladas, que huyen, muertas y heridas”, así como a los “muchos soldados caídos” de una y otra parte. “Son noticias de muerte. Pidamos al Señor de la vida que nos libre de esta muerte de la guerra. Con la guerra todo se pierde, todo. No hay victoria en una guerra. Todo es derrotado”, dijo el Papa insistiendo en la idea de que los conflictos bélicos son una “derrota de la humanidad”. Es por ello que solicitó a Dios que “nos libre de esta necesidad de autodestrucción”.
También pidió Francisco oraciones por los gobernantes, para que entiendan que “comprar armas y hacer armas no es la solución al problema”. Ésta se encuentra en cambio en el “trabajo conjunto” para alcanzar una solución pacífica a los conflictos y en hacer de las armas “instrumentos para la paz”.
La catequesis de esta audiencia general estuvo una vez más dedicada a los ancianos, que “ven la historia y transmiten la historia”. “Una vejez a la cual le es concedida esta lucidez es un don valioso para la próxima generación. La escucha personal y directa del pasaje de la historia de fe vivida, con todos sus altibajos, es insustituible. Leerla en los libros, verla en las películas, consultarla en internet, aunque sea útil, nunca será lo mismo”, destacó el obispo de Roma, lamentando lo mucho que le falta a las nuevas generaciones esta “transmisión concreta” por parte de los mayores.
Un anciano que ha vivido mucho y al que se permite ofrecer si testimonio de la historia supone “una bendición insustituible”, comentó Francisco, que ofreció un testimonio personal para dar prueba de ello: “El odio y la rabia a la guerra lo aprendí de mi abuelo, que hizo el Piave (Primera Guerra Mundial). Me contaba los sufrimientos de la guerra y eso no se aprende de los libros, sino transmitiéndolo de abuelos a nietos. Esto es insustituible”.
Al final de la catequesis, el Papa instó a utilizar esta misma comunicación intergeneracional para transmitir la fe, lo que se hace “en dialecto, de abuelos a nietos y de padres a hijos”. Es por ello que resulta “tan importante” el diálogo en una familia. Propuso en este sentido que los itinerarios de catequesis ofrecen la oportunidad de escuchar “la experiencia vivida de los ancianos, la lúcida confesión de las bendiciones recibidas por Dios”.