“La gente busca esperanza, busca apoyo”. Es el pálpito que siente a diario desde hace unas semanas Eduard Lucaci, uno de los trabajadores en un centro de acogida de refugiados de Cáritas en Chisinau (Moldavia). Un lugar en el que se atienden 130 personas a diario y que cuenta con 110 voluntarios, muchos de ellos psicólogos.
- PODCAST: El Papa quiere acabar con la guerra
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Más de 360.000 refugiados
Lucaci relata en un vídeo distribuido por Cáritas que en este centro hay “alojados a cien refugiados. No solo reciben cobijo sino también alimentos, agua, asistencia médica y apoyo emocional”, destaca desde un lugar en el que la nieve está presente en esta época y la temperatura media estos días es de 0 grados. Allí se reparten 800 comidas al día, en parte gracias a la aportación de Cáritas Española que ha aportado ya 100.000 euros.
A Moldavia, llegan los refugiados ucranianos a través de Palanca-Maiaki Udobnoe, Tudora-Starokazacie, Otaci-Moghiliov Podolsk y Criva-Mamaliga. ACNUR estima que más de 360.000 ucranianos han cruzado la frontera desde el inicio del conflicto hasta este 23 de marzo. Por ello, Cáritas Moldavia ha movilizado a 200 de sus agentes para garantizar el transporte seguro desde la frontera a los centros de acogida, ofrecer sitios seguros para descansar; garantizar el acceso a comida, servicios de higiene y aseos básicos, y apoyar psicosocialmente a familias que han huido del conflicto.