La teóloga alemana Jacqueline Straub sueña con ser cura. Así lo comparte en su primer libro traducido al castellano ‘Joven, católica y mujer. Por qué quiero ser sacerdote’. Y no lo ve una utopía imposible en el seno de la Iglesia católica: “Cuando hace doce años dije por primera vez que quería ser sacerdote, algunos se reían, pero ahora noto que sí me escuchan. Creo que las cosas empiezan a moverse y siento que no estoy sola”.
Así lo expresó esta periodista de 32 años, casada y embarazada de su primer hijo, durante la primera edición Foros PPC, un encuentro que fue moderado por Cristina Inogés, de la Comisión Metodológica del Sínodo de la Sinodalidad. En el coloquio también tomaron parte Carmen Picó, de la Asociación de Teólogas Españolas y el redentorista Marciano Vidal, moralista de referencia.
Durante su intervención, Straub no dudó en compartir las dificultades que encontró al descubrir su llamada al ministerio ordenado: “He tenido escuchar que me admitirían en un seminario si fuera hombre. Es una injusticia que estoy sufriendo como mujer, pero cuando lo llevo a la oración, Dios me da fuerzas para seguir adelante”.
Aun así, no ha tirado la toalla. “Pronto me vino la idea de que sería más fácil hacerme protestante y un cura me dijo que si me convertía no tendría que pasar por el calvario que me supondría iniciar este camino en la Iglesia católica”, comentó Straub sobre una vocación que nació desde su servicio al altar como monaguilla.
“Quiero seguir en la Iglesia católica y me siento parte de la Iglesia católica. Tengo una fe muy fuerte. Aun así, siento a veces ira ante mi lucha, porque siento que no se comprende mi vocación”, reiteró, que ahondó en los respaldos que ha recibido recientemente: “Hay un obispo que realmente entiende mi vocación y que desea que pueda llegar a ser sacerdote”.
“Jesús dejaría acceder a los cargos y a la vocación a la que han salido llamadas a la mitad de sus fieles”, defendió esta periodista germana, considerada por la BBC una de las pensadores más influyentes de Europa: “Esto no quiere decir que todas las mujeres sean sacerdotes, pero sí se tiene que reconocer la opción si lo sienten así. Para mí no es suficiente el diaconado, quiero celebrar la eucaristía, confesar…”.
“A nadie hubiese sorprendido este proceso vocacional si en lugar de haberlo firmado Jacqueline, lo firmara Jack”, comentó Inogés al reflexionar sobre el libro de Jacqueline: “Ella vive como un derecho que lo da el bautismo y expresa desde ahí todo su camino para una vocación sacerdotal”. Al hilo, la teóloga aragonesa, que se vio obligada a estudiar su carrera en una facultad protestante solo por el hecho de ser mujer y laica, lamentó que las mujeres todavía continúen siendo en muchos espacios eclesiales “como de segunda clase”.
Carmen Picó aseveró que “las mujeres nos sentimos Iglesia”, pero “estudiamos teología cuando podemos y nos dejan”. Con este punto de partida, reivindicó la necesidad de “acabar con la esta injusticia”.
Marciano Vidal eligió el libro de Jacqueline, por considerar que “no solo es una exposición seria, sino fácil de leer, algo no habitual en los libros alemanes de teología”. “Gracias, porque en tu obra y en tu vida tienes dos actitudes previas que aprecio: no acrecientas el conflicto, sino que apelas a la esperanza”, elogió, toda vez que le animó a “no abandonar la lucha, trabajar en conjunto con toda la Iglesia y tener resiliencia”. A partir de ahí, el religioso redentorista planteó que “hay que feminizar la Iglesia, porque es muy masculina”. Desde ahí, aseveró que “es posible un ministerio ordenado de la mujer”.
Desde su conocimiento del magisterio eclesial, subrayó que “nadie me ha convencido de que la mujer no pueda ser sacerdote en la Iglesia católica”. Tras analizar la cuestión desde la teología moral, Vidal apuntó que “solo he encontrado únicamente dos razones que la impedían: por impureza ritual y por ser considerada un peligro moral”. “Son razones que no tienen inconsistencia ninguna desde el punto de vista moral”, sentenció.
“Tú no serás sacerdote mientras no haya sacerdotes casados, mientras no haya igualdad en la Iglesia, mientras no sean los cargos eclesiásticos elegidos también con participación de los fieles. No quieras ser tú la única, debes ir con todos los demás”, apuntó el teólogo defendiendo el Camino Sinodal alemán. “Eso sí, que tu deseo no se haga realidad en 2040, porque yo no lo veré. Que sea antes”, bromeó.
“Las mujeres son mayoría en la Iglesia. Sin ellas, nuestras comunidades cristianas estarían prácticamente muertas”, compartió el gerente editorial de PPC, Javier Navarro, que subrayó el compromiso del sello religioso con “el aire fresco del Concilio Vaticano II” que lleva consigo “impulsar la presencia de la mujer en la Iglesia”.