La USCCB ve con esperanza las audiencias en la Corte Suprema de ese país en torno a una ley del estado de Misisipi que busca prohibir el aborto después de las 15 semanas de gestación
El pasado 21 de marzo iniciaron las audiencias en la Corte Suprema de los Estados Unidos a fin de discutir el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, una ley del estado de Misisipi que busca prohibir el aborto después de las 15 semanas de gestación.
Ante ello, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, presidida por el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, se manifestó esperanzada y expectante de que algún día los estados “puedan proteger nuevamente a mujeres y niños de la injusticia del aborto”.
En este marco, lamentaron que, después de casi medio siglo de aborto legalizado en la Unión Americana, hayan muerto, a causa de esta práctica, más de 65 millones de niños, mientras que “un número incalculable de mujeres, hombres y familias sufren las consecuencias”.
A través de un comunicado, el episcopado norteamericano recordó que la Iglesia Católica tiene una larga historia de servicio a los más vulnerables y sigue siendo el mayor proveedor privado de servicios sociales en los Estados Unidos.
“La Iglesia sirve a millones a través de ministerios y agencias diocesanos, hospitales católicos y sistemas de atención médica, clínicas de inmigración, refugios y escuelas y parroquias católicas”.
De esta manera –manifestaron– la Iglesia constantemente da testimonio de palabra y obra de la belleza y la dignidad de cada vida humana, incluidas ambas: madre e hijo.
“Desde las comunidades religiosas hasta los centros de atención de embarazos, desde los servicios de reasentamiento de refugiados hasta las agencias de adopción y hogares de acogida, y desde los hogares de maternidad hasta los ministerios parroquiales”.
Dejaron en claro que la protección legal de la vida humana en la sociedad debe ir acompañada de un profundo cuidado por madres y sus hijos, por lo que exhortaron a las autoridades a priorizar el bienestar de las mujeres, los niños y las familias con recursos materiales, pero también con el acompañamiento personal para que ninguna mujer se sienta obligada a elegir entre su futuro y la vida de su hijo.
Es por ello que exhortaron a sus comités, diócesis, parroquias y agencias e instituciones católicas a redoblar esfuerzos para acompañar a las mujeres y parejas que enfrentan embarazos inesperados o difíciles, y durante los primeros años de la paternidad, brindándoles atención amorosa y compasiva a través de iniciativas como Walking with Moms in Need, y otras.
También pidieron a las parroquias seguir siendo lugares de bienvenida para las mujeres que enfrentan embarazos desafiantes o que tienen dificultades para cuidar a sus hijos después del parto, de modo que cualquier madre que necesite asistencia reciba un apoyo vital y esté conectada a los programas y recursos apropiados donde pueda conseguir ayuda.
Los obispos se comprometieron a seguir trabajando por leyes que aseguren el derecho a la vida de los niños por nacer y para que ninguna madre o familia carezca de los recursos básicos necesarios para cuidar a sus hijos, independientemente de su raza, edad, estatus migratorio o cualquier otro factor.
“También volvemos a comprometer a nuestros comités e instamos a nuestras diócesis, parroquias y agencias e instituciones católicas a anunciar la misericordia de Dios después del aborto y acompañar con compasión a las mujeres y hombres que sufren después de un aborto”, finalizaron.