Al cumplirse un mes desde el inicio de la invasión de Ucrania por Rusia, Cáritas Internationalis ha hecho balance del conflicto y ha lamentado que, en apenas cuatro semanas, el resultado deja ya una crisis humanitaria sin parangón: además de las 2.421 víctimas civiles (cifras oficiales), hay 3.389.044 refugiados (incluidos al menos 1,5 millones de niños) y casi 6,5 millones de desplazados internos.
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Por su parte, Cáritas, fundamentalmente a través de la acción de la representación ucraniana y de la de sus delegaciones nacionales en los países fronterizos (Polonia, Hungría, Eslovaquia, Rumania y Moldavia), están en primera línea para ayudar a los millones de refugiados, donde miles de voluntarios auxilian desde el primer momento a quienes consiguen salir del país, se está volcando en la crisis. Así, como detalla en un comunicado, “más de 314.000 personas han recibido ayuda desde el inicio de la guerra, la mayoría dentro de las fronteras de Ucrania (224.000). Solo en ese país se reparten diariamente más de 23.500 comidas y 5.100 kits de higiene personal“.
No abandonan el país
Un apoyo que es posible gracias al tesón de los voluntarios: “Cáritas y la Iglesia se encuentran entre las pocas organizaciones que quedan al lado de la población ucraniana, y su presencia de base les permite llegar incluso a zonas de conflicto muy remotas”.
Como detalla en un comunicado Aloysius John, secretario general de Cáritas Internationalis, la invasión debe acabar ya y frenarse esta sangría humana: “Los intereses políticos no pueden seguir prevaleciendo a expensas de todo un pueblo que necesita desesperadamente asistencia humanitaria. Nos unimos al Santo Padre en sus repetidos llamamientos para que la guerra ‘abominable’ en Ucrania termine de inmediato y para que se ponga fin al sufrimiento de la población a través de una solución pacífica”. Además, reclama que ha de “garantizarse la asistencia humanitaria sin trabas”.
Pese a los bombardeos
John también recuerda que “las dos organizaciones ucranianas de Cáritas (Cáritas Ucrania y Cáritas Spes) han apoyado a la gente desde el primer momento y nunca los han abandonado, ni siquiera en el caso de Mariupol, donde fuertes bombardeos forzaron el cierre de algunos centros locales”.
En este sentido, Cáritas Internationalis pide “a las partes involucradas que garanticen la evacuación segura de los grupos vulnerables, especialmente niños, mujeres, ancianos y personas con discapacidad“. Además, “Se debe brindar asistencia a las personas necesitadas y a los refugiados sin ningún tipo de discriminación por motivos de nacionalidad”.
Riesgo de trata
La entidad eclesial también reitera su llamamiento para la protección de las mujeres y los niños en tránsito, “que representan alrededor del 90 % de los refugiados que huyen de Ucrania y que corren un gran riesgo de convertirse en víctimas de la trata de personas“.
Y es que perciben que “hay grupos del crimen organizado a ambos lados de la frontera y en los países de acogida. Las víctimas suelen ser engañadas con la oferta de transporte a otros países y alojamiento en casas particulares”. Frente a ello, las distintas Cáritas nacionales y las ONG activas en las fronteras “ya están movilizando su red contra la trata para monitorear la situación y proteger a las personas vulnerables”.
Eco en otros países
Finalmente, Cáritas insta a “no olvidar las graves consecuencias que tiene y tendrá el conflicto ucraniano en muchos países del mundo, donde ya se están produciendo graves crisis”. Así, como lamenta John, “la guerra en Ucrania tendrá un impacto dramático en términos de inseguridad alimentaria. Por ejemplo, en Siria, el precio de un alimento básico como el pan se ha disparado. Si la Covid-19 aumentó la cantidad de personas en el mundo en riesgo de morir de hambre en 130 millones, es probable que esta guerra aumente esa cifra”.
Un dramático y doloroso impacto del conflicto en Ucrania “sobre muchos países donde las crisis llevan meses y años produciéndose y ahora están tristemente olvidadas”.