El teólogo de la Universidad Pontificia Comillas presenta a través de un coloquio su libro ‘Jesucristo para jóvenes. Claves pastorales para un mundo’
Para el jesuita Gabino Uríbarri, “rebajar la cristología para que los jóvenes acepten la fe es un engaño”. Así lo compartió esta tarde durante la presentación de su nuevo libro ‘Jesucristo para jóvenes. Claves pastorales para un mundo líquido’ (SalTerrae). A través de una mesa redonda organizada por la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, el teólogo propuso “procesos que ayuden verdaderamente a crecer en la fe”.
En el coloquio, moderado por la directora de la revista Ecclesia, Silvia Rozas, también intervinieron Santiago G. Mourelo, salesiano director de la revista ‘Catequistas’; Raúl Tinajero, director de la subcomisión de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española; y Alba Duchemin, alumna del Bachiller en Teología para Laicos (TUP) de Comillas y agente de pastoral en Misiones Salesianas.
Para Uríbarri, “hace falta mucha creatividad” en la pastoral con jóvenes, pero alerta de que puede resultar “desnortada si solo se plantea desde la preocupación de conectar con aquello que los jóvenes les gusta”. En este sentido, se manifestó en contra de mostrar “un Jesucristo recortado, rebajado, incompleto”
“Nuestro reto con los jóvenes es transmitir la fe respondiendo a una demanda de espiritualidad que van buscando y que están intentando encontrar en la meditación, el ‘mindfulness’…”, apunta el investigador, consciente de que “la cadena de transmisión de la fe en España se ha roto”.
“Hay una sensación generalizada de que el fruto en la pastoral juvenil no se corresponde con el esfuerzo realizado con la tentación de tirar la toalla, por lo que es necesario animar a los diferentes agentes”, añadió, con el deseo de motivar a quienes acompañan a las nuevas generaciones en parroquias y colegios.
Por su parte, Raúl Tinajero suscribió que hoy “no se puede entender la pastoral hoy sin poner a Cristo en el centro”. “Necesitamos más luz para abordar este momento. Hay que caminar con los jóvenes desde su lejanía, desde su Emaús”, planteó, subrayando la necesidad de “trabajar en comunión en la Iglesia, no cada uno desde nuestra propia realidad”.
En su intervención, Moruelo agradeció a Uríbarri su esfuerzo por elaborar “una teología que desciende” en tanto que aprovecha una oportunidad para aterrizar su investigación en la pastoral juvenil. Con este punto de partida, apreció “los valores de esta generación que no son negativos y que suponen una oportunidad para evangelizar, como su apertura a la realidad y su tolerancia”.
Alba Duchemin hizo hincapié en ese anhelo de espiritualidad y de “buscar las raíces” que tienen los jóvenes. “Cuando motivamos a la persona que tenemos delante, sabe descubrir que el amor y la fraternidad es la persona de Cristo”, reflexionó.