Acaba de llegar a España el libro ‘Joven, católica y mujer. Por qué quiero ser sacerdote’ (PPC, 2021) de la teólogo y periodista alemana Jacqueline Straub. A sus 32 años, ya cuenta con algunos reconocimientos en su haber como el hecho de que la ‘BBC’ la incluyera en 2018 como una de las 100 mujeres más inspiradoras e influyentes del mundo. Afincada en Suiza, para muchos es un referente en la lucha por una mayor igualdad de mujeres y hombres en la Iglesia como muestra continuamente en sus escritos y en sus redes sociales.
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- EDITORIAL: Ciudadanas de primera
- OPINIÓN: Las mujeres tenemos derecho a participar en pie de igualdad. Por Silvia Cáceres
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PREGUNTA.- ¿Cuál diría que es su vocación?
RESPUESTA.- Desde que era un adolescente, me he sentido llamada a ser un sacerdote católico romano. Siento un gran ardor en mi corazón. Quiero servir a Dios y a la gente. Ser monaguilla en mi juventud ha fortalecido mi anhelo de ser sacerdote. Cada semana en la liturgia lo sentía: “Tengo un gran anhelo y pasión por ser sacerdote”. Quiero predicar, bautizar niños, casar y celebrar la eucaristía. En mi libro escribo sobre lo que significa tener una vocación, cómo afronto el no poder vivirla todavía y lo que he tenido que escuchar ante todo esto.
No es una provocación
P.- ¿Y ha convertido esa vocación en una provocación?
R.- Como hasta ahora en la Iglesia católica solo se contempla la vocación masculina al sacerdocio, tengo un problema. Desde hace más de diez años hago campaña para que las mujeres tengan la oportunidad de discernir su vocación y trabajar como sacerdotes. Conozco a muchas mujeres de todo el mundo que también se sienten llamadas y que les gustaría ser sacerdotes. Juntas luchamos por el cambio en la Iglesia. Es verdad que muchos en la Iglesia oficial todavía se resisten a la igualdad de derechos, aunque siento que algo se está abriendo. Cada vez son más los obispos que se pronuncian a favor de la apertura de las órdenes; por ejemplo, el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el obispo Georg Bätzing, o Franz-Josef Bode. En Suiza, el obispo Markus Büchel se ha imaginado a las mujeres sacerdotes y el cardenal Jean-Claude Hollerich, de Luxemburgo, también está a favor.
P.- En Alemania o Suiza, no es raro ver a mujeres pastoras evangélicas. ¿Cómo se siente una mujer católica al respecto? ¿Se ha sentido a menudo rechazada?
R.- Me alegro mucho de que haya mujeres pastoras en la Iglesia protestante. Sin embargo, también siento a menudo como un gran dolor que la Iglesia católica siga renunciando a la mitad de los fieles, simplemente, porque son mujeres. Recibo mucho apoyo por mi compromiso con los derechos de la mujer en la Iglesia. Y, al mismo tiempo, también siento el rechazo de la gente que no puede imaginar que las mujeres puedan ser sacerdotes. Cada vez que algunos dicen “Dios no puede llamar a las mujeres” o “Dios no quiere mujeres sacerdotes”… se ponen por encima de Dios. Pero ya lo dice la Biblia: nada es imposible para Dios.
Dificultades
P.- ¿En qué medida su camino de fe ha estado plagado de dificultades?
R.- Crecí en un pequeño pueblo católico. Como el cura era muy estricto y de niña no entendía sus sermones, no disfrutaba mucho en las celebraciones religiosas. Solo en mi juventud, a través de un amigo, conocí la fe viva y comencé a leer la Biblia y a asistir a la liturgia de la Iglesia. En mi juventud viví en otra parroquia, donde había un sacerdote muy carismático. Fue también durante esta época cuando sentí por primera vez mi vocación.
P.- ¿Cuál es la lucha por el reconocimiento de las mujeres en la iglesia?
R.- Cuando dije públicamente por primera vez que quería ser sacerdote, hace más de diez años, todavía estaba bastante sola. Muchas mujeres tenían miedo de defender su vocación. Desde entonces, las cosas han cambiado. En los países de habla alemana –y también en el resto del mundo–, cada vez más mujeres se atreven a decir que quieren ser sacerdotes. Todavía queda mucho camino por recorrer para lograr la igualdad de derechos de las mujeres en la Iglesia. Pero percibo mucho movimiento en este momento. Los argumentos teológicos por los que las mujeres deben ser sacerdotes existen desde hace 30 años, pero el Vaticano se cierra en banda.
En 1976, el papa Pablo VI publicó la declaración ‘Inter Insigniores’, en la que escribió que las mujeres no pueden ser sacerdotes porque Jesús era un hombre, nombró a doce hombres en el círculo de los apóstoles y la tradición no lo permite. Pero lo que muchos no saben es que, en la preparación de este documento, el Papa convocó a la Comisión Bíblica Pontificia. Esta comisión debía examinar si existen argumentos bíblicos contra el sacerdocio de las mujeres. Hasta 12 de los 17 miembros llegaron a la conclusión de que no había nada en contra de la ordenación de mujeres. Pero el Papa lo ignoró.