El Papa ha abogado por una fe “que se funda y se renueva en el encuentro personal con Cristo, en la escucha cotidiana de su Palabra”
El papa Francisco ha acudido esta tarde, durante su viaje apostólico a Malta, al santuario nacional de Ta’ Pinu, donde ha presidido una oración a la que han asistido miles de personas. Allí, ha recordado que el momento de la muerte de Jesús en la cruz “no representa la conclusión de la historia, sino que señala el comienzo de una vida nueva”.
“Junto a la cruz, en efecto, contemplamos el amor misericordioso de Cristo, que extiende hacia nosotros sus brazos abiertos de par en par y, a través de su muerte, nos abre a la alegría de la vida eterna”, ha asegurado el Papa. “En la hora del final se desvela una vida que comienza; en esa hora de la muerte comienza otra hora llena de vida: es el tiempo de la Iglesia que nace”.
En esta misma línea, Francisco ha recordado que la historia del santuario de Ta’ Pinu puede hacer “meditar juntos sobre el nuevo inicio que brota de la hora de Jesús”. Y es que “en este lugar, antes del espléndido edificio que vemos hoy, había sólo una pequeña capilla en estado de abandono. Se había dispuesto que fuera demolida; parecía el final. Pero una serie de acontecimientos cambiaron el curso de la historia”, hasta el punto en el que se convertiría en el mayor santuario del país.
Asimismo, el Papa ha recordado que “aquí también llegó como peregrino san Juan Pablo II, del que hoy recordamos el aniversario de su muerte. Un lugar que parecía perdido, ahora renueva, en el Pueblo de Dios, la fe y la esperanza”. “Teniendo en cuenta esto”, ha continuado, “intentemos comprender también la invitación de la hora de Jesús, de esa hora de la salvación, para nosotros. Nos dice que, para renovar nuestra fe y la misión de la comunidad, estamos llamados a volver a ese inicio, a la Iglesia naciente que vemos en María y Juan al pie de la cruz”.
De esta manera, en primer lugar, “se trata de redescubrir lo esencial de la fe“, si bien “volver a la Iglesia de los orígenes no significa mirar hacia atrás para copiar el modelo eclesial de la primera comunidad cristiana”. Más bien “significa recuperar el espíritu de la primera comunidad cristiana, es decir, volver al corazón y redescubrir el centro de la fe: la relación con Jesús y el anuncio de su Evangelio al mundo entero. ¡Esto es lo esencial!”
“Hermanos y hermanas, la Iglesia maltesa cuenta con una historia inestimable que ofrece numerosas riquezas espirituales y pastorales”, ha afirmado Francisco. “Sin embargo, la vida de la Iglesia no es solamente una historia pasada que hay que recordar”, sino “un gran futuro que hay que construir”. “No nos puede bastar una fe hecha de costumbres transmitidas, de celebraciones solemnes, de hermosas reuniones populares y de momentos fuertes y emocionantes”. Al contrario, el Papa ha abogado por una fe “que se funda y se renueva en el encuentro personal con Cristo, en la escucha cotidiana de su Palabra, en la participación activa en la vida de la Iglesia, en el espíritu de la piedad popular”.
De esta manera, ha apuntado que “la crisis de la fe, la apatía de la práctica creyente sobre todo en la pospandemia y la indiferencia de tantos jóvenes respecto a la presencia de Dios no son cuestiones que debemos endulzar, pensando que al fin y al cabo un cierto espíritu religioso todavía resiste”. De hecho, para Francisco es necesario “vigilar para que las prácticas religiosas no se reduzcan a la repetición de un repertorio del pasado, sino que expresen una fe viva, abierta, que difunda la alegría del Evangelio”.
“Sigamos contemplando los orígenes, a María y Juan al pie de la cruz. En los inicios de la Iglesia está su gesto de acogerse mutuamente”, ha animado el Papa, recordando que “entre las últimas palabras que Jesús pronunció desde la cruz, las dirigidas a su Madre y a Juan exhortan a hacer de la acogida el estilo permanente del discipulado”. Esto no se trató “de un simple gesto de piedad, por medio del cual Jesús confió su madre a Juan para que no se quedara sola después de su muerte, sino de una indicación concreta sobre el modo de vivir el mandamiento más alto, el del amor”, ya que “el culto a Dios pasa por la cercanía al hermano”.
Así, el Papa ha animado a la Iglesia de Malta a continuar poniendo en práctica “la acogida recíproca, no por mera formalidad sino en el nombre de Cristo, es un desafío permanente”. De hecho, tal como ha apuntado Francisco, “la acogida es la prueba de fuego para verificar cuán efectivamente la Iglesia está impregnada del espíritu del Evangelio”.