Vaticano

Francisco, desde la Gruta de San Pablo: “No es tiempo de discusiones, sino de prestar auxilio”

El Papa rememora la ayuda de los malteses ante el naufragio del apóstol para llamar a la acogida de “las necesidades” de los migrantes





Los tres papas que han viajado a Malta, han visitado la Gruta de San Pablo. Lo hicieron Juan Pablo II en su primera visita de 1990 y Benedicto XVI en el 2010, cuando se celebraba el 1950 aniversario del naufragio del apóstol. Lo ha hecho también Francisco, a primera hora de la mañana, después de haber mantenido en la Nunciatura su habitual encuentro con los jesuitas que viven y trabajan en el archipiélago maltés.



Como narra el evangelista Lucas en los Hechos de los Apóstoles, la nave en que viajaba Pablo con otras personas rumbo a Roma para ser juzgado, naufragó a causa de una terrible tempestad en uno de los escollos de la isla de Malta. A nado, lograron alcanzar tierra donde sus habitantes les acogieron “con una cordialidad fuera de lo común”. El apóstol permaneció allí tres meses predicando el Evangelio, bautizando y curando enfermos. Así nacieron las primeras comunidades cristianas en esta nación que durante siglos ha conservado su fe.

Oración personal

La gruta se encuentra en la ciudad de Rabat, suburbio de Medina. A su llegada el Santo Padre fue saludado por una pequeña multitud  de fieles entusiastas y el arzobispo Charles Scicluna. A pesar de sus evidentes dificultades para caminar, Francisco descendió a la gruta que conserva sus originales paredes rocosas.

Ante la imagen barroca del santo, leyó una oración. En ella reconoció la ayuda de los malteses a los náufragos: “Ninguno conocía sus nombres, su procedencia o condición social. Dejaron sus ocupaciones porque no era tiempo para las discusiones, los análisis y los cálculos”. “Era el momento de prestar auxilio”, subrayó.

Corazón bueno

Francisco pidió a Dios “la gracia de un corazón bueno que palpite por amor de los hermanos. Ayúdanos a reconocer desde lejos las necesidades de cuantos luchan entre las olas del mar, golpeados contra la rocas de una costa desconocida”.

Antes de abandonar el templo, Francisco saludó a algunos lideres de las Iglesias maltesas no católicas -coptos, protestantes…-  y a un grupo de personas discapacitadas de las que se ocupa la Caritas local.

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