La Iglesia en Costa Rica felicitó al presidente electo Rodrigo Chaves, pero también le manifestó su preocupación en torno a varios aspectos de interés general
El pasado 3 de abril, los costarricenses eligieron como presidente a Rodrigo Chaves Robles, de 60 años, perteneciente al Partido Progreso Social Democrático. Con un 52,9% de los votos, Chaves derrotó a José María Figueres, del Partido Liberación Nacional, y quien fuera presidente de 1994 a 1998.
Tras darse a conocer los resultados de la contienda, en una carta pública los obispos de Costa Rica felicitaron al presidente electo, le expresaron sus mejores deseos y le aseguraron su oración.
Tras desearle un mandato fructuoso y en beneficio del país, el episcopado le ofreció su disponibilidad para ayudar en la medida de sus posibilidades, comenzando con un escrito que se ha hecho público y que busca favorecer la reflexión a lo interno del equipo de gobierno del nuevo mandatario.
En el documento, los obispos hablaron de las principales preocupaciones de la Iglesia Católica, que refleja lo que, a la luz del Magisterio y desde una mirada y discernimiento pastoral, consideraron los principales desafíos que enfrenta la sociedad costarricense en este momento.
Los obispos expresaron como la primera de sus preocupaciones la política. “Es fundamental que haya plena representación de la ciudadanía en los puestos de poder; que el ciudadano se sienta realmente parte del gobierno y no lo vea como un ente lejano a sus intereses”.
Es necesario avanzar hacia una sana política –dijeron- “que no sea una ‘conexión’ meramente electoral, y que la ciudadanía sienta que puede acudir a sus autoridades porque están velando por sus intereses… poner en práctica una democracia realmente participativa“.
El tema de la economía es el segundo aspecto que les preocupa: “más allá de indicadores económicos de reducir el déficit fiscal que nos cuesta a todos, de reducir la inflación que es un impuesto permanente, o de ver indicadores que nos coloquen como ejemplo en las calificadoras de riesgo internacionales, necesitamos que la persona humana esté en el centro del desarrollo“.
Consideraron vergonzoso el más de un millón de costarricenses en pobreza y los más de 400 mil desempleados. “Es hora de que, con todos los esfuerzos de diferentes equipos económicos, se ponga rostro humano a esos datos e indicadores para que podamos mostrar un verdadero desarrollo para esas personas que tanto lo necesitan“.
En torno a este tema expresaron que el país “ha venido abriendo sus puertas al aborto. Se está en camino de buscar medidas que aprueben la eutanasia, y cada vez hay menor respeto por el ser más débil, como es el no nacido. Debemos retomar la cultura de la vida que siempre caracterizó a nuestra nación”.
Advirtieron la necesidad de promover políticas que ayuden a las familias por medio de trabajo digno, educación y herramientas que les permitan crecer. “Un futuro sustentable es posible con familias sólidas, creando un porvenir seguro para los niños”.
En relación con la salud, llamaron a una renovación estructural de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), “un sistema de salud que hoy nos sigue protegiendo, incluso en medio de la feroz pandemia que enfrentamos. Institución que ha de fortalecerse en sus objetivos y servicios”.
“Creemos en un Estado que protege a sus habitantes, que apuesta en inversión por un sistema de salud que alcance a todos… se debe reforzar nuestro sistema de salud… y garantizar así el mejor futuro para todos, a través de un más eficiente y rápido manejo”, añadieron.
En el tema de educación, los obispos precisaron que, tras varios años, incluido el tiempo de pandemia, la educación ha evidenciado un deterioro en las relaciones sociales y en el acceso al conocimiento de los estudiantes; “este impacto aún no podemos cuantificarlo”.
Aseguraron que la educación ha de estar apegada al conocimiento científico y a los valores “que han caracterizado a Costa Rica… queremos que se vele por una educación de respeto a la persona humana, sin ideologizaciones que afectan a la misma sociedad”.
Refirieron que la paz social se ha puesto a prueba en las últimas décadas, “en medio de una desigualdad que es de las más elevadas en el continente; y de soluciones que no llegan a las clases más vulnerables en temas como vivienda, trabajo, alimento y oportunidades en general”.
“La única forma de unir a Costa Rica es buscar el bien común y su búsqueda compete, en primer lugar, a las autoridades del Estado. Fomentar la solidaridad y la fraternidad contribuirán a fortalecer el clima de paz social tan necesario para el buen caminar de nuestra Patria”, enfatizaron.
Por último, expresaron que el compromiso -por ser un país amigo del ambiente- debe concretarse en hechos, en acciones políticas que inviten a la sociedad a transformar una serie de hábitos “que de manera eficaz contribuyan al cuidado de nuestra casa“.
Es necesaria la constancia –concluyeron- para conseguir los resultados deseados; “también madurez política para que, en el cambio de gobierno, en la sucesión de poder, entre diferentes personas y partidos políticos, se pueda establecer una hoja de ruta que sea conveniente para el país“.