La teóloga y psicóloga ha participado en las XXIV Jornadas sobre el Alzheimer organizadas por el Centro de Humanización de la Salud
Las claves de la ternura. Sobre esto ha reflexionado la teóloga y psicóloga Rosa Ruiz durante su participación en las XXIV Jornadas sobre el Alzheimer organizadas por el Centro de Humanización de la Salud de los religiosos camilos. “Quisiera reclamar el derecho a la ternura de todos nosotros y expresar su potencial desde 3 claves, comunes a todo ser humano”, señalaba Ruíz.
“La ternura es un rasgo humano, no un rasgo femenino”, apuntaba Ruiz. “Hemos ganado mucho, sin duda, pero sigue habitando el fantasma de la excelencia profesional o pulcritud técnica masculina con una mujer un paso por detrás de él, encargada de poner ternura y cuidado. Pero el profesional es él”.
Sin embargo, “no es posible ser humanos sin enfrentarnos a la vulnerabilidad propia y ajena, pero podemos hacerlo como algo problemático o como una oportunidad de humanización en las relaciones cotidianas, en los medios de comunicación social, o en el modo cómo nos organizamos”.
La ternura es, además, “una comunicación íntima, honda, intuitiva, humana. No es un intercambio de datos. Por eso, está íntimamente vinculada al sentido del tacto y de un modo especial, a las caricias”. Asimismo, es “lo más opuesto a agarrar a alguien, a controlarlo. La ternura es un espacio de libertad. Es imposible acariciar por la fuerza y si se hiciera, se convierte inmediatamente en abuso o maltrato”.
Citando a Gabriela Mistral, Ruiz ha señalado que “la canción de cuna que una madre entona con su hijo en los brazos es una caricia primero a sí misma porque sólo podemos ser tiernos con otro, especialmente indefenso, si lo somos con nosotros mismos”. Del mismo modo se puede hablar de un enfermo de Alzheimer: “y por eso, misteriosamente, dar ternura a otros puede ser una especie de sana contención de nuestras violencias e inseguridades personales”.
“La ternura y la belleza se quieren, pero no son la misma cosa”, ha recordado Ruiz. De mismo modo, el dolor y la vulnerabilidad “también son un lugar habitado por la ternura”.
“Para que se de ternura entre dos seres humanos siempre tenemos que tolerar y elegir la vulnerabilidad de ambos”, ha aseverado. “Alguien autosuficiente, férreo, que no quiere depender de nadie en nada, no podrá disfrutar de la ternura ni provocará ternura en nadie. La ironía, la rigidez, la distancia emocional ahuyenta cualquier gesto de ternura en la misma proporción que la honestidad y la transparencia la atraen”.