Los Superiores/as Mayores de las Órdenes, Institutos y Congregaciones presentes en la Argentina, la Junta de la Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos (CONFAR), los representantes de las Filiales y Regiones, y representantes de Espacios de Animación, entre otros miembros de organismos vinculados, se reunieron presencialmente después de dos años de virtualidad, en la localidad de Pilar.
Estuvieron acompañados por el presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, Héctor Zordán, M.SS.CC., obispo de Gualeguaychú y por el obispo de San Carlos de Bariloche, Juan José Chaparro, C.M.F. Además, contaron con la presencia del Nuncio Apostólico en la Argentina, Miroslaw Adamczyk.
La presidenta de CLAR, Liliana Franco Echeverri, O.N.S. en la apertura brindó un panorama que transita la Iglesia latinoamericana en el camino de la Sinodalidad, del que los religiosos argentinos se sienten parte y quieren seguir recorriendo.
Bajo el lema “La escucha desata la travesía”, la Asamblea se dispuso, en actitud orante, a recoger la vida, los dolores y esperanzas de estos tres años y a preparar los oídos para disponerse a la escucha. Desde el Congreso de la Vida Consagrada llegaron ecos e intuiciones: intercongregacionalidad, interculturalidad, itinerancia, ecología integral, invitación a lo sinodal y a asumir la ética del cuidado.
En el comunicado reconocieron que la pandemia los puso descarnadamente frente a los límites, y se visualizaron las dificultades vinculares, las crisis de sentido, las autorrefencialidades, los miedos a la muerte, a los riesgos, a la novedad, los abusos en la vivencia de la autoridad; las muertes a causa de Covid 19, y también las opciones al camino vocacional.
Al mismo tiempo, reconocieron las esperanzas que los movilizan: nuevas formas de fraternidad y sororidad, nuevos cuidados para cuidar, nuevas maneras de intercongregacionalidad, de misión compartida, con la certeza de la manifestación de Dios en el dolor y la fragilidad.
El pueblo es el faro que les indica “el hacia dónde” de la vocación consagrada: “constatamos que Jesús con rostro pobre, enfermo, anciano, samaritano, ha estado en nuestro caminar”.
Durante estas jornadas los religiosos recibieron, con corazón agradecido, la andadura de la Junta Directiva Nacional saliente y acogieron los desafíos que se les plantean. Este espacio se ha constituido en un nuevo Emaús, donde reconocen al Señor en nuestra historia, en el partir el pan y en el ardor que suscita su presencia.
Profundizaron los retos de la sinodalidad expresados por la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, tomando conciencia de “que no cualquier caminar al lado es sinodal y que, no por mucho nombrarlo lo estamos viviendo”.
En discernimiento eligieron la nueva Junta Directiva Nacional que los animará en este trienio: Presidenta: Inés Greslebin, Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; vicepresidentes 1°: Daniel Alejandro Fleitas, ofm; 2° Mariana Bigozzi, Misioneras Diocesanas de M. M. de la Iglesia. Vocales: Cynthia Folquer, hermanas Dominicas del Santísimo nombre; Luis Rafael Velasco, sj; María Inés Castellaro, Virgen Niña; Pablo Ordoñe, mercedario; Lucía de Luca, Hnas. Terciarias Mercedarias del Niño Jesús; Luis Constantino, de los Oblatos de María Virgen.
El nuevo equipo los anima a ser testigos del nuevo fuego aprendiendo como vida religiosa a seguir tejiendo redes vinculares que convoquen a más hermanos y hermanas. Finalmente, pidieron que las mujeres, primeras apóstoles de la Resurrección junto a María, alienten el anhelo de ser fuegos que encienden otros fuegos en los nuevos contextos donde les toque servir.