En la Misa de Pascua del Vaticano el papa Francisco ha continuado este año la práctica habitual de no realizar la homilía, el discurso principal de la jornada queda para la bendición Urbi et Orbi, la más solemne de los pontífices. Además, están aún presentes las palabras de la Vigilia Pascual, la noche anterior, en la que el pontífice tuvo que ceder la presidencia al cardenal Giovanni Battista Re como decano del Colegio Cardenalicio, debido a su dolencia en la rodilla derecha. En dicha homilía alabó el testimonio de las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y tendió la mano a una delegación de políticos ucranianos.
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Latín, griego y… ucraniano
En la celebración pascual en la Plaza de San Pedro, se ha desarrollado con toda solemnidad un rito particular de la misa papal: el ‘Resurrexit’. Durante el canto, al comienzo de la celebración, los diáconos abrían las portezuelas de un icono bizantino de la Resurrección –el llamado icono ‘Acheropita’, es decir, no pintado por mano humana, que se encuentra en la basílica de San Juan de Letrán–. Este símbolo, de claro sabor oriental, recuerda a Pedro como primer testigo de la Resurrección y por eso se repite ante el Papa, sucesor del príncipe de los apóstoles. También se ha proclamado el evangelio en latín y en griego.
Además, en la oración de los fieles se ha pedido por la “justicia y la paz”, clamando a Dios para que “conceda a los gobernantes de las naciones buscar siempre el bien común, el diálogo y la concordia entre los pueblos”. Otra de las intenciones pidió por quienes sufren para que tengan “ayuda fraterna”. Aunque no se ha mencionado explícitamente en la oración universal la situación de Ucrania, la última petición –por todos los difuntos– fue leída en ucraniano.
Un jardín pascual
Uno de los componentes de normalidad pascual ha sido la vuelta de las flores traídas desde Holanda para la ocasión –y bendecidas por el obispo de Rotterdam–, que han convertido el atrio de la basílica en un auténtico jardín en el que han contribuido junto con una delegación de Naklo en Eslovenia y los propios jardineros del Vaticano. En esta ocasión la decoración ha tratado de ser más sobria debido a la guerra de Ucrania –se han incluido de hecho diversas especies en las que dominan los colores azul y amarillo de la bandera nacional–. Aún así, 40.000 flores frescas –unas 25 toneladas– fueron dispuestas bajo la supervisión del florista galardonado Piet van de Burg.
Además, se ha recuperado la tradición de poner muchos bulbos que haz florecido esta misma mañana –unos 38.000 entre tulipanes, narcisos y jacintos azules–. Los anturios –una flor tropical– han estado también muy presente en la plaza, casi 2.000 ejemplares de esta especie, en tres colores diversos, simbolizaron un puente entre los Países Bajos y Argentina, país natal del Papa donde esta flor no es una desconocida. Tampoco han faltado las rosas o las hortensias junto al altar.