Hace un año, Eduardo Martín, titular de la arquidiócesis de Rosario, había afirmado que el narcotráfico tenía una organización delictiva que superaba al mismo Estado que debía combatirlo.
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Esta situación no solo no cambió, sino que se incrementó en cuanto a los crímenes y atentados contra la vida. Esta semana, la violencia golpeó nuevamente en la ciudad. Una mujer que iba a participar en la ceremonia del jueves santo fue víctima de los grupos armados que conviven en Rosario y se disputan el tráfico de armas, el narcotráfico y narcomenudeo, con fuerte presencia de sicarios.
Más violencia
Justamente, a esta problemática se refirió el arzobispo cuando señaló: “En Rosario lo que más aflige es la violencia urbana, sobre todo por la pérdida de vidas, las muertes de adolescentes víctimas de esa violencia, el tráfico de armas, los sicarios. Pasan los años y las cosas no mejoran”.
Además, expresó su tristeza por los chicos que portan armas, situación que refleja la cultura de la violencia en la que el más vale es el que tiene más poder de fuego.
Estimó que, en este tema, “No hay una respuesta del Estado con un plan serio de búsqueda de solución… No sé si se investiga el tráfico de armas, parece que hoy cualquiera tiene acceso a las armas de modo libre”.
Malestar social
El arzobispo Martín cree que, tanto los piquetes como la conflictividad social, expresan el malestar y que algo no está andando bien en el país.
Los planes sociales que otorga el gobierno, como las ayudas que brinda Cáritas, tienen que ser transitorias porque solo morigeran la situación social. Cree que lo que faltan son fuentes de trabajo con empleos dignos, en blanco. Indicó que un pan sin la correspondiente prestación de trabajo es humillante; por eso, se manifestó a favor de la transformación de los planes sociales: “tienen que ir caminando hacia propuestas de contraprestación de trabajo, por la misma dignidad de la persona, porque no podemos darnos el lujo de que haya argentinos que no tengan nada que aportar al conjunto de la sociedad”.
Otro tema complicado, desde su opinión, es el tema de los casinos y la habilitación del juego online por la habilitación del uso de tarjetas de débito y posnet en casas de juego e hipódromos. Dijo que esto atrasa y fomenta el vicio en el pueblo humilde. Aseveró que fomentar y explotar la debilidad humana porque con esos impuestos que se recaudan van a ayudar a la gente es de poco vuelo. “El Estado tiene que favorecer la cultura del trabajo”, sentenció.
Responsabilidad del Estado
Consideró que uno de los déficits que hay en el país es la capacidad de generar políticas de Estado que vayan más allá de un período de gobierno: “Tiene que haber algún tipo de ruta que vaya en esa dirección, que hoy lo empiece este gobierno y mañana lo siga el que viene. Hay cosas que tienen que superar la confrontación de hoy”, señaló.
El arzobispo reconoció que hay que el sistema democrático que llevamos desde 1983 es un capital que no hay que descuidar, pero en hay mucho déficit en el orden económico y en el desarrollo, sobre todo por la pobreza.
Criticó fuertemente a los políticos que están enfocados en la campaña presidencial del año próximo que en las urgencias actuales: “para enfocar un diálogo y un acuerdo, que creo que es necesario, se necesita una grandeza de ánimo, superar mezquindades y especulaciones electorales”. Debe haber acuerdos a mediano plazo y con metas comunes, y no solamente servir para resolver lo que va a pasar mañana.
Presencia y esperanza
Frente a este panorama, Eduardo Martín subrayó que la función de la Iglesia es contener y dar un horizonte de fe con su presencia en los barrios, a través de las parroquias, Cáritas, las capillas, los centros de día y de vida.
Alentó a la esperanza, que no es desconocer la realidad ni lo mismo que el optimismo. “La esperanza es con mayúsculas. Nuestra ancla está puesta en el cielo”, porque esta vida es transitoria. “La Pascua es eso, la resurrección de Cristo, que nos salva y nos redime del pecado… Nos da la esperanza de la vida eterna”. Tener el ancla puesta en la eternidad nos da fuerza y capacidad para afrontar los problemas de cada día con la responsabilidad que nos toca, aseguró el pastor rosarino.