“Que la gracia del Resucitado dé consuelo y esperanza a los que sufren: ¡que nadie sea abandonado! Las peleas, las guerras y las disputas dan paso a la comprensión y la reconciliación. Recalcar siempre esta palabra: reconciliación, porque lo que hizo Jesús en el Calvario y con su resurrección es reconciliarnos a todos con el Padre, con Dios y entre nosotros. ¡Reconciliación!”. De esta manera se expresaba el papa Francisco hoy tras rezar el Regina Coeli en una abarrotada plaza de San Pedro.
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Antes, al presentar la oración mariana, el Pontífice ha recordado los dos regalos de Pascua del Señor: la invitación a no tener miedo y a salir a anunciar que trasladó a las mujeres que habían ido al sepulcro (cf. Mt 28, 8-15).
‘No temáis’
“Primero, las tranquiliza con dos simples palabras: ‘No temáis’. El Señor sabe que los miedos son nuestros enemigos diarios. Sabe también que nuestros miedos nacen de un gran miedo, el miedo a la muerte: miedo a desaparecer, a perder a los seres queridos, a estar enfermo y no sobrevivir… Pero en la Pascua Jesús venció a la muerte. Nadie más, por lo tanto, puede decirnos de manera más convincente: ‘No tengas miedo’. El Señor lo dice allí mismo, junto al sepulcro del que salió victorioso. Él nos invita así a salir de las tumbas de nuestros miedos”, ha señalado.
Y ha proseguido: “Salgamos de las tumbas de nuestros miedos, porque nuestros miedos son como tumbas, nos entierran por dentro. Sé valiente. Hermano, hermana que crees en Cristo, ¡no temas!”.
‘Id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea’
Pero, “¿cómo podemos luchar contra el miedo? Nos ayuda lo segundo que Jesús les dice a las mujeres: ‘Id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán’. El miedo siempre nos encierra en nosotros mismos. Jesús, en cambio, nos deja salir y nos envía a los demás. Aquí está el remedio. Al Señor le importa que la gente salga y anuncie. Porque la alegría pascual no es para uno mismo. La alegría de Cristo se fortalece dándola, se multiplica compartiéndola. Si nos abrimos y llevamos el Evangelio, nuestro corazón se expande y vence el miedo”.
El ‘dios’ dinero
Haciendo referencia a las lecturas del día, Jorge Mario Bergoglio ha reflexionado sobre el poder del dinero, “ese otro señor al que Jesús dice que nunca debemos servir. Son dos señores: Dios y el dinero. ¡Nunca sirvas el dinero! Aquí está la falsedad, la lógica del ocultamiento, que se opone al anuncio de la verdad. Es un recordatorio también para nosotros: las falsedades –de palabra y de vida– contaminan el anuncio, corrompen por dentro, conducen de nuevo al sepulcro”.
Y ha concluido: “Las falsedades nos devuelven al sepulcro. El Resucitado, en cambio, quiere que salgamos de las tumbas de las falsedades y las adicciones. Ante el Señor resucitado, está este otro ‘dios’: el dios del dinero, que todo lo ensucia, todo lo arruina, cierra las puertas a la salvación. Y esto está en todas partes: en la vida cotidiana existe la tentación de adorar a este dios del dinero”.