Desde marzo, Sri Lanka padece los efectos de una crisis económica sin parangón que está produciendo graves problemas de desabastecimiento de productos básicos. Una situación que ha provocado una oleada de protestas en todo el país y que ha llevado a la Iglesia local ha pedir la dimisión del presidente, Gotabaya Rajapaksa, y la conformación de un Gobierno interino de concentración nacional con representantes de distintos partidos.
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Sin embargo, Rajapaksa, lejos de escuchar el consejo de los obispos, ha optado por mantenerse en el poder y nombrar un nuevo Ejecutivo con políticos de su confianza. Algo que ha despertado las críticas del cardenal Malcolm Ranjith, quien, en una declaración a los medios, este lunes 18 en Colombo, consideró que se trata de un juego de artificio para engañar a la población.
Cambiar de almohada
Para el purpurado, “de nada sirve cambiar y nombrar nuevos ministros, solo para desorientar a la gente. Cambiar las almohadas no resolverá el problema para un dolor de cabeza”.
Para Ranjith, el Gobierno parece actuar como si fuera el dueño del país, acudiendo además a la violencia para reprimir protestas legítimas: “Hay información de que matones y fuerzas armadas se están preparando para disolver a los manifestantes. Esta es una respuesta inaceptable e inmoral”. En esta situación resulta simbólico la presencia de sacerdotes, religiosos y laicos en muchas de las manifestaciones.