“¿La soledad qué será, maldición o bendición?”. Esta ha sido la primera pregunta que se ha hecho la religiosa vedruna Luica Villanego durante su participación en la 51ª Semana Nacional de Vida Consagrada, organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa de los misioneros claretianos.
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“La soledad hoy tiene más bien mala prensa”, ha dicho la religiosa. “A veces puede ser que miremos con recelo la soledad”. Sin embargo, ha señalado también que en ella “podemos descubrir un don si se basa en un corazón habitado por Dios y también un corazón que entra en la relación profunda de la presencia del misterio”. Y es que es así “como en la soledad podemos ir descubriendo al que el huésped del alma”.
La reflexión de Villanego sobre la soledad ha ido íntimamente ligada a los procesos de acompañamiento y la necesidad de los mismos. Pero, para poder llevarlos a cabo, es fundamental un profundo conocimiento de uno mismo.
Construirse y deconstruirse
“No podemos obviar la experiencia de la espiritualidad en el conocimiento propio”, ha apuntado la religiosa. “Necesitamos poner los pies sobre el suelo y saber de nosotros mismos, quiénes somos. Esto pide hacer un camino de conocimiento personal, pero también de reconciliación con todo lo que he ido viviendo y de unificación. Que todo lo que se me ha dado en la vida pueda ir integrándolo”.
Por eso, “hay que tratar de aprender a disponer de uno mismo para hacerse disponible, llegando a la madurez del yo”. “En el camino de construirnos”, ha explicado, “tenemos que saber también deconstruirnos para, a partir de ahí, reconstruirnos”. “Si no contactamos con nosotros mismos no podemos reflexionar sobre lo que somos”, ha aseverado.
“El acompañamiento es beneficio cuando es discernimiento”, ha puntualizado la religiosa, y ha apuntado que es algo necesario a lo largo de “todas las etapas de la vida”. “El acompañamiento es una invitación a acompañarnos los unos a los otros siempre. Si soy acompañante necesito ser acompañado, y necesito formación permanente”, ha concluido.