“Estamos acostumbrados a palabras ‘talismán’ que han ido captando nuestra atención en un momento u otro. Existe el peligro de que sean palabras con ‘efecto placebo’: se nos ilusiona con una gran transformación, pero al final se trata de meros retoques, que dejan todo como antes estaba”. Así lo ha expresado José Cristo Rey García de Paredes, CMF, durante su ponencia en la 51ª Semana Nacional de Vida Consagrada organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa.
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Bajo el título ‘El nosotros eclesial: la sinodalidad como nuevo proyecto de relación’, el teólogo se ha acercado a esta realidad desde dos perspectivas: las relaciones que genera el ‘nosotros eclesial’ y las relaciones dinámicas que requiere la ‘sinodalidad’.
Según sus palabras, “hablar de un ‘nosotros eclesial’ es una bella expresión, pero ¿es sueño o realidad?”. “No podemos negar cuántas tensiones existen en las comunidades eclesiales a causa de los ‘egos’ individuales y colectivos. Para que sea la fuerza del amor la que guíe a la humanidad es necesario un cambio radical: pasar del ‘ego’ belicoso al ‘alma empática’. Nuestro ‘yo’ tiende a convertirse en ‘centro’ (‘egocentrismo’) y cuanto más lo consigue más expuesto está a caer en el ‘narcisismo’ que es una enfermedad de nuestro tiempo”, ha recalcado.
“Es necesario incluir en la Casa común a quienes con tanta frecuencia se excluye”
En esta línea, el religioso ha continuado señalando que “la conversión a la fraternidad y la sororidad entre todos los seres humanos supone el paso de un mundo cerrado (o quizá mejor, mundos cerrados), a un único mundo abierto, interconectado sin ningún tipo de exclusiones”. Por eso, “no basta la Casa común: es necesario redescubrirnos unos y otros como hermanos iguales en la dignidad y diferentes en nuestro modo de ser. Y es necesario incluir en la Casa común a quienes con tanta frecuencia se excluye. Contra un mundo cerrado, el antídoto es una humanidad de mente, corazón y manos abiertas al mundo entero”.
¿Cómo es la sinodalidad que Dios espera de la vida consagrada hoy? García de Paredes responde: “Nuestro Dios espera de nosotros que: ‘caminemos juntos’ -en sinodalidad- todos los que formamos la Iglesia; ¡se trata de millones de bautizados!; nos encaminemos hacia una meta dentro de un horizonte; que no sea ‘un viaje a ninguna parte’; y que sea contemporáneo: conectado con la humanidad de nuestro tiempo -tercer milenio- y significativo para ella, sin hacernos retroceder a tiempos pasados”.
Al término de su intervención, García de Paredes reclamó con firmeza “una agenda 2050 para que podamos ver el rostro de la ‘nueva sinodalidad’ en toda la Iglesia”.