Hace un año se celebraron los III Círculos de encuentro Marisa Moresco, un espacio de reflexión compartida entre personas y colectivos vinculados al acompañamiento. Promovidos por el equipo Ruaj, un proyecto de misión secundado por las Carmelitas de la Caridad Vedruna y del que forman parte mujeres y hombres de diferentes realidades eclesiales, los Círculos toman precisamente el nombre de Marisa Moresco, carmelita Vedruna gaditana, referente en este campo.
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Con la pandemia como telón de fondo, estas jornadas se desarrollaron bajo el lema ‘Acompañar en la [in]certidumbre’. Los participantes ahondaron en cómo desplegar nuevas formas de ‘ser casa’ que acoge tiempos de intemperie y en medio de una sociedad líquida, tal como se refleja en el libro que recoge las contribuciones de los Círculos, publicado por Narcea. De ello da fe Elisa Estévez –coordinadora del volumen junto con Lola Arrieta–, miembro del equipo Ruaj y profesora de Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia Comillas.
PREGUNTA.- ¿Cómo se acompaña con un virus pululando por fuera… y también por dentro?
RESPUESTA.- Para acompañar –nos gusta decir en Ruaj– es necesario partir de las situaciones actuales, de los contextos. De ahí que eligiéramos esta temática para generar reflexión compartida e interdisciplinar, diálogo e intercambio entre personas y grupos vinculados por el acompañamiento espiritual.
La crisis provocada por la pandemia convulsionó nuestras vidas y trastocó los puntos de orientación que daban norte a la marcha de la humanidad, cuestionando certezas, creencias, estilos de vida y prácticas. Como dice el filósofo Daniel Innerarity, “esta crisis no es el fin del mundo, sino el fin de un mundo. Lo que se acaba (se acabó hace tiempo y no terminamos de aceptar su muerte) es el mundo de las certezas, el de los seres invulnerables y el de la autosuficiencia”. El miedo y la incertidumbre se han intensificado en este último tiempo con la guerra en Ucrania, especialmente para quienes padecen las consecuencias directamente, pero no solo.
Incertidumbre
P.- Pero, ¿cómo dar esquinazo a ese miedo?
R.- Seguimos necesitados de una reflexión cordial que dé luz larga al vértigo e incluso angustia que puede provocar en nosotros la vulnerabilidad y la incertidumbre. Necesitamos narrativas que ayuden a transitar por la incertidumbre y medien para acoger nuestra vulnerabilidad como fundamento de una humanidad más humana. Nuestra vida está atravesada por la vulnerabilidad y la incertidumbre.
Somos seres en relación y, por ello, estamos radicalmente expuestos al otro. Somos susceptibles de ser heridos, afectados, y también de ofrecer bondad, cuidado y amparo. Pero, además, hay quienes ven cómo sus vidas son vulneradas por atropellos, derechos conculcados, injusticias sociales, económicas, etc., y no podemos cerrar los ojos ni permanecer indiferentes, desvinculados, descuidados e insensibles.