Vaticano

El Papa felicita la Pascua a Kirill: “Que el gran paso a la nueva vida en Cristo sea una realidad para el pueblo ucraniano”

“Sentimos todo el peso del sufrimiento de nuestra familia humana, aplastada por la violencia, la guerra y tantas injusticias”, ha escrito Francisco en una carta al patriarca ruso





“¡Querido hermano! Que el Espíritu Santo transforme nuestros corazones y nos convierta en verdaderos artífices de la paz, especialmente para la Ucrania desgarrada por la guerra, para que el gran paso pascual de la muerte a la nueva vida en Cristo sea una realidad para el pueblo ucraniano, que anhela un nuevo amanecer que ponga fin a la oscuridad de la guerra”. De esta manera, tal como recoge Vatican News, clamaba Francisco en una carta dirigida al Patriarca de Moscú, Kirill, con motivo de la Pascua que la Iglesia ortodoxa –y algunos casos de iglesias católicas– celebraron ayer, domingo 24 de abril.



El último contacto directo entre el Papa y el Patriarca fue el 16 de marzo con una videollamada que tuvo lugar en presencia del cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y del metropolita Hilarión de Volokolamsk, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú.

Ahora, algo más de un mes después, el Papa vuelve a dirigirse a Kirill para trasladarle sus buenos deseos por la Pascua, y recordando, además, que en este momento “sentimos todo el peso del sufrimiento de nuestra familia humana, aplastada por la violencia, la guerra y tantas injusticias”.

Testimonio creíble

A pesar de ello, escribe Francisco en la misiva, “seguiremos mirando con el corazón agradecido que el Señor ha tomado sobre si todo el mal y todo el dolor de nuestro mundo“.

“La muerte de Cristo fue el comienzo de una vida nueva y de la liberación de las ataduras del pecado, y una ocasión para nuestra alegría pascual, abriendo para todos el camino desde la sombra de las tinieblas a la luz del reino de Dios”, puede leerse en el documento.

Asimismo, hace una invitación a rezar unos por otros “para dar un testimonio creíble del mensaje evangélico de Cristo resucitado y de la Iglesia como sacramento universal de salvación”, y para que “todos entren en el reino de la justicia, la paz y la alegría en el Espíritu Santo”.

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