Comunión, misión y participación son los ejes que guían el trabajo que viene realizando el equipo de animación de la Conferencia Episcopal Argentina en la reflexión sobre el Sínodo de Sinodalidad propuesto por el papa Francisco.
En pleno itinerario sinodal, Vida Nueva dialogó con Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza, vicepresidente 1° del episcopado, y miembro del equipo de coordinación para el Sínodo, para conocer cómo se está desarrollando este proceso en las iglesias particulares.
PREGUNTA.- ¿Cómo se viene desarrollando el proceso sinodal en la Iglesia argentina?
RESPUESTA.- Estamos en una etapa muy importante donde las distintas iglesias particulares están llevando a cabo sus asambleas en vistas a responder a las temáticas propuestas desde la Secretaría General del Sínodo. Hay una creciente interacción de las comunidades parroquiales en sus diócesis. Esta etapa finaliza el 31 de mayo, para dar lugar a la elaboración de una síntesis nacional a presentar en agosto de 2022.
En pocos días tendremos la asamblea plenaria del Episcopado y allí viviremos también una jornada destinada a la reflexión sinodal. Nos acompañará desde Roma, Luis San Martín osa, subsecretario general del Sínodo, para responder preguntas de los obispos y animarnos en la dinámica de la reflexión que llevemos adelante en esos días.
P.- ¿Qué intuiciones aparecen en esta fase de escucha? ¿Por dónde pasan las expectativas de quienes participan?
R.- Todavía no hemos recibido respuestas, puedo hablar por mi propia experiencia en esta comunidad mendocina. Se percibe un gran entusiasmo e interés en nuestras comunidades; entre los laicos hay una renovada preocupación por participar y compartir las propias experiencias de sus parroquias e instituciones. La comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia es un descubrimiento y auspicia una creciente participación en los distintos espacios pastorales que el Papa Francisco llamaba en 2017, la “sinodalidad desde abajo”, aquellos ámbitos de discernimiento pastoral presentes en parroquias e iglesias particulares.
P.- ¿Cómo lograr una participación más activa de quienes están relegados en la vida de la Iglesia?
R.- Ciertamente las llamadas “estrategias” para convocar dependen de cada iglesia particular, a través de sus parroquias y espacios pastorales; pero ha habido una importante experiencia de escucha y de invitaciones, durante el año pasado, en la Asamblea Eclesial Latinoamericana que ha dejado un legado riquísimo que valoraron mucho los representantes de las distintas diócesis en el tiempo de preparación a esta etapa.
P.- ¿Cómo influirán los fenómenos globales que está viviendo el mundo (la guerra y sus consecuencias humanitarias, las crisis migratorias, los desastres naturales, la violencia, entre otros temas) en una Iglesia desafiada y en proceso de cambio?
R.- Nuestras comunidades abordan esta etapa de consulta inmersas en este contexto difícil de la humanidad. Será la oportunidad para incorporar en la reflexión el importante magisterio social del Papa Francisco en este tiempo. No podríamos responder a las cuestiones planteadas desde el lugar de un tranquilo mirador, como “balconeando” nos diría el Papa, sino atravesados por estos conflictos de tanto dramatismo a los que hay que sumar las crecientes dificultades económicas en muchas de nuestras comunidades y familias. Más que nunca queremos ser una Iglesia que diga presente a estos temas sin distraerse ni restarle importancia.