El Papa recibe en el Aula Pablo VI a una peregrinación eslovaca, a quien agradece su acogida al pueblo ucraniano
“Mirando a los ojos a los refugiados sois testigos de cómo la guerra viola los lazos familiares, priva a los niños de la presencia de los padres, de la escuela y deja a los abuelos en el abandono”. Con estas palabras, el Papa Francisco denunció una vez más la tragedia provocada por la invasión rusa en Ucrania durante la acogida a un numeroso grupo de peregrinos eslovacos a los que recibió en el aula Pablo VI.
Con el presidente de los obispos de Eslovaquia al frente, el arzobispo metropolitano de Bratislava, Stanislav Zvolenský, encabezó a la multitud junto al presidente del Parlamento de la República Eslovaca y al presidente del Tribunal Constitucional.
“Os exhorto a seguir orando y trabajando por la paz, que se construye en nuestra vida cotidiana, también con estos gestos de caridad acogedora”, expuso el Papa, que valoró sobremanera la solidaridad eslovaca con los refugiados del pueblo ucraniano: “En los últimos meses, muchas de vuestras familias, parroquias e instituciones han acogido bajo su techo a madres con hijos de familias ucranianas, obligadas a separarse para salvarse, que llegaban con su pobre equipaje”. Para Francisco, “quien acoge a una persona necesitada no sólo realiza un acto de caridad, sino también de fe, porque reconoce a Jesús en su hermano y hermana”.
Más allá del contexto bélico, el pontífice recordó su reciente viaje al país el pasado mes de septiembre, subrayando de nuevo “la riqueza de la diversidad de ritos y tradiciones, como un puente que une Occidente y el Oriente cristiano”.
“Quería animaros a caminar al estilo del encuentro, todos juntos: jóvenes, familias, ancianos”, destacó dentro de sus llamadas constantes al diálogo intergeneracional y a la sinodalidad en aras de “la cultura del encuentro” que “se construye en la búsqueda de la armonía entre la diversidad, armonía que exige acogida, apertura y creatividad”.