El papa Francisco ha recibido esta mañana a las superioras generales que participan estos días en Roma en la Asamblea General de la Unión Internacional de Superioras Generales. Aunque la imagen que queda para todos es la de Jorge Mario Bergoglio apareciendo en el Aula Pablo VI en silla de ruedas, la realidad es que el Pontífice compartió con las hermanas ricas reflexiones sobre la vulnerabilidad y el camino sinodal, puesto que el tema de la Asamblea es ‘Abrazar la vulnerabilidad en el camino sinodal’.
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El Papa ha comenzado diciendo que al pensar en “abrazar la vulnerabilidad” le vinieron a la mente dos cosas: Jesús cuando le lava los pies a Pedro en la Última Cena y la imagen de María Magdalena, “una mujer que ha experimentado una gran liberación en el encuentro con Jesús”.
El lavatorio de los pies
En primer lugar, con respecto al lavatorio de pies, “las invito a ustedes, que tienen la misión específica de animar la vida de sus congregaciones y acompañar el discernimiento en sus comunidades, a entrar en esa escena del lavatorio de los pies, recorriendo ese camino de Iglesia, y a vivir vuestra autoridad como servicio”.
“También la vida religiosa reconoce hoy su vulnerabilidad, aunque a veces lo acepte con dificultad. Nos habíamos acostumbrado a ser significativos por nuestros números y por nuestras obras; a ser relevantes y considerados socialmente. La crisis que estamos atravesando nos ha hecho sentir las fragilidades y nos invita a asumir la minoridad”, ha continuado.
Todo ello “nos invita a recuperar la actitud que tiene el Hijo de Dios para con el Padre y con la humanidad, la de ‘hacerse siervo’. No se trata de servidumbre. Abajarse no es replegarse sobre las propias heridas e inconsistencias, sino que abre a la relación, a un intercambio que dignifica y sana, como a Pedro, y del que parte un nuevo camino con Jesús”, ha agregado.
De ese modo, “el lugar que quiere ocupar el Hijo de Dios poniéndose a los pies de la humanidad es un espacio teologal, y nosotros necesitamos re-colocarnos allí. Por tanto, si nuestra vocación es la de seguir los pasos de Jesús, y hacerlo ‘de cerca’, cada vez que la historia y el Espíritu reubican a la Iglesia y a la vida religiosa en este lugar, será para nosotros una fuente de gozo y de crecimiento, una fuente inspiradora que nos permite rejuvenecer. Pues es desde allí, desde abajo, desde donde cada uno puede releer su carisma y su historia”, ha explicado.
Según las palabras del Papa, “esta actitud ha iluminado la vida religiosa desde siempre. Como Pedro y con Pedro estamos llamados ahora, después de reconocernos vulnerables, a preguntarnos cuáles son las nuevas vulnerabilidades ante las que, como consagrados, hemos de abajarnos hoy”.
Y se ha preguntado: “A la luz de los signos de los tiempos, ¿qué ministerios nos está pidiendo el Espíritu? ¿Qué cambios nos requiere en la manera de vivir el servicio de la autoridad? ¿Cómo trabajar por una autoridad que sea evangélica, una autoridad que no deje heridas por el camino sino crecimiento?”.
Asimismo, ha agregado: “No tengan miedo en esta búsqueda de nuevos ministerios y de nuevas formas de ejercer la autoridad evangélicamente. Que no sea una búsqueda teórica e ideológica —las ideologías mutilan el Evangelio—, sino una búsqueda que parta del acercamiento a los pies de la humanidad herida y del caminar al lado de las hermanas y los hermanos heridos, comenzando por las hermanas de sus comunidades”.
A la luz de María Magdalena
En segundo lugar, en referencia a María Magdalena, les ha pedido que, al igual que ella, “contemplen y dejen que Jesús las mire y las trasforme, y así podrán ponerse de la misma manera al servicio de la humanidad. Desde la propia fragilidad, liberadas de los espíritus que las turban, podrán aligerar su paso para un anuncio esperanzador del Evangelio”.
“Conozco que tienen muchas preocupaciones, que probablemente les quitan el sueño —la falta de vocaciones, la media de edad que se eleva constantemente, los abandonos de la vida consagrada, entre otros—, pero ojalá que la principal preocupación fuera cómo proceder para no abandonar el horizonte de la misión”, ha advertido.
El camino sinodal
Con respecto al camino sinodal, el Papa se ha referido a la contribución que la Iglesia espera de la vida religiosa. “Si el sínodo es sobre todo un momento importante de escucha y discernimiento, la aportación más importante que ustedes pueden hacer es la de participar en la reflexión y el discernimiento, poniéndose en actitud de escucha del Espíritu y abajándose como Jesús para poder encontrar al hermano en su necesidad”.
“En todo este proceso sinodal sean constructoras de comunión, memoria de la vida y misión de Jesús. De ustedes se espera que sean tejedoras de relaciones nuevas para que la Iglesia no sea una comunidad de anónimos, sino de testigos del Resucitado, a pesar de nuestra fragilidad”, ha señalado.
Pero además de participar activamente en el proceso sinodal a nivel de Iglesia local, “es muy importante que las comunidades, las congregaciones, hagan su camino sinodal”. “Muchas congregaciones ya lo están haciendo. Es una oportunidad para escucharse unas a otras, para animarse unas a otras a hablar con parresia, para hacerse preguntas sobre los elementos esenciales de la vida religiosa hoy. También para dejar emerger preguntas incómodas. No teman su propia vulnerabilidad, no tengan miedo de presentarla a Jesús”, ha continuado.
Para el Papa, “siendo fieles al camino y espíritu sinodal hay que ir más allá del ámbito de los propios Institutos y de la misma Unión Internacional de Superioras Generales. Es un camino que ya comparten y las animo a continuarlo. También las exhorto a una profunda colaboración con la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. La comunión eclesial, la diversidad de las vocaciones y carismas, y el encuentro, aunque a veces sea fatigoso, siempre nos enriquecen”.
En este sentido, les ha recordado que cuenta con ellas. “Cuento con ustedes, queridas hermanas, a la hora de acompañar al pueblo santo de Dios en este proceso sinodal, como expertas en construir comunión, en propiciar la escucha y el discernimiento”, ha comenzado explicando.
Y ha proseguido: “Cuento con ustedes para que el proceso sinodal que estamos viviendo en la Iglesia tenga lugar también en el seno de sus institutos, donde jóvenes y mayores intercambien su sabiduría y visiones de la vida consagrada; donde todas las culturas se sienten en la misma mesa del Reino; donde las historias se procesen a la luz de Jesús resucitado y de su perdón; donde los laicos puedan participar de vuestras espiritualidades”.
Antes de concluir, el Papa ha recalcado que “un signo hermoso de esta renovación sinodal ha de ser el cuidado mutuo”. “En este contexto pienso en las congregaciones pequeñas o en aquellas que están decreciendo hasta el punto de vivir una difícil sostenibilidad. Confío en que estos procesos, de cara al futuro, las acerquen todavía más unas a otras para sostenerse y ayudarse mutuamente en los caminos de formación y de discernimiento. Confío también en que estos procesos ayuden a la comunidad eclesial en su diálogo con el mundo, sin olvidar la atención a la Casa común”, ha subrayado.