Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, ha desvelado que es objetivo prioritario del ejército ruso. Así lo manifestó esta mañana el prelado, durante la rueda de prensa organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) para anunciar un nuevo paquete de ayuda por cerca de 2 millones de euros para socorrer a la Iglesia ucraniana en su misión caritativa y pastoral, especialmente en la región oeste del país. Esta iniciativa irá acompañada de una nueva campaña de recaudación de donativos ‘Iglesia en Ucrania: Refugio de esperanza’.
“Estoy en los primeros puestos de la lista negra de los rusos para eliminarme”, desveló el pastor católico, después de que se lo confirmara hace unos días la embajadora de España en Ucrania, Silvia Josefina Cortés Martín, en su regreso a Kiev. Sin embargo, lejos de expresarlo con tristeza, lo comentó con total naturalidad.
Es más, comenzó su alocución con el saludo pascual: “¡Cristo ha resucitado!”. “Vivimos el tiempo de la Resurrección como una fuente de esperanza. Obviamente no hemos perdido la esperanza, somos cristianos y creemos en el Señor Resucitado”, expuso el arzobispo sobre esta “experiencia dolorosa”.
“Estoy muy orgulloso de mis obispos, sacerdotes y religiosos, porque no han abandonado sus parroquias. Ayudan a quienes quiere huir, pero también auxilian a los que se quedan”, señaló, poniendo en valor la entrega del obispo de Járkov-Zaporiyia, Pavlo Honcharuk, al que calificó como “un héroe que da de comer cada día a 2.000 personas en la catedral, gente que no tiene otra manera de conseguir un poco de pan”.
En medio del dolor, también está apreciando “una unidad ecuménica en Ucrania que jamás existió en el pasado”. “Los rusos no preguntan cuando disparan si eres ortodoxo, católico o protestante. Tampoco nosotros hacemos esas preguntas cuando lloramos y rezamos ante las fosas”, añadió.
Entre sus preocupaciones, se encuentra cómo hacer llegar la ayuda humanitaria al Oeste del país, la región más castigada por la invasión rusa. También hizo un llamamiento porque los recursos alimentarios se agotan en la medida que se prolonga el conflicto en el tiempo: “Los planes de Putin era acabar con Ucrania en tres días, por eso el primer ataque fue contra Kiev. Pero supimos resistir y por eso se desplazó al sureste. Los expertos dicen que el conflicto se va a prolongar”.
Al repasar el horror que están sufriendo, explicó que “la intensidad de la guerra en Ucrania es tal que se puede comparar a la Segunda Guerra Mundial”. Entre las cifras que Shevchuk aportó, subrayó que el poder destructivo es tal que en un solo día el impacto equivale a once años de lo sucedido en Siria. Además, expuso que hoy por hoy hay doce millones de refugiados, 3.000 kilómetros de primera línea de fuego, con más de medio millón de soldados en el frente.
“Es una guerra colonial e ideológica, porque Rusia dice que Ucrania no existe, no se reconoce como nación. El ucraniano o tiene que ser eliminado, reeducado en campos de concentración o expulsado del territorio que consideran ruso”, subrayó.
Sobre el posicionamiento del Papa en relación al conflicto, explicó que “valoramos mucho todo el esfuerzo del Francisco para parar esta guerra injusta. Se ha mostrado dispuesto incluso a viajar a Moscú, a pesar de su dolor de rodilla. Es una autoridad moral muy importante que ya se ofreció para llevar a cabo una mediación, pero los rusos no están respetando la diplomacia”.
En esta misma línea, respaldó al pontífice, cuando hace unos días se refirió a Kirill, patriarca ortodoxo de Moscú, como un “monaguillo de Putin”. “El Papa ya ha dicho en varias ocasiones que tenemos que ser pastores, no clérigos del poder estatal. Es una posición diplomática clara, pero muy dura”.
Al hilo de esta cuestión, expresó que “el comportamiento de Kirill es un problema para todos, en especial para los ortodoxos. Con su política extraña está dividiendo al mundo ortodoxo”. Eso sí, aclaró que “en Ucrania, gran parte de los ortodoxos piensan y actual de modo muy distinto a Putin, condenan la guerra”.
“Los ideólogos de la Iglesia rusa que están justificando la guerra, actúan de manera parecida a la que actúa el Estado Islámico. Hablan de una guerra metafísica, contra la corrupción moral del anti Cristo de Occidente, con un tono fundamentalista y adulando el poder”, demandó.
El arzobispo se mostró agradecido por la ayuda recibida desde España: “No hay parroquia en la que no encuentre un cartel con donaciones procedentes de vuestro país. Esa solidaridad es la que nos está ayudando a sobrevivir”.
Javier Menéndez Ros, director de ACN España, repasó cómo la fundación pontificia se ha volcado con este país desde hace siete décadas “de forma preferente”. En concreto, desde que estalló el conflicto en 2014, se han desarrollado más de 2.700 proyectos. En estos meses de guerra, Menéndez Ros detalló que se está apoyando a unos 5.000 sacerdotes y religiosos, más de un millar de religiosas y 900 seminaristas.
El coordinador de proyectos de ACN para Europa del Este, Marco Mencaglia, también insistió como la entidad eclesial “estaba en Ucrania mucho antes del conflicto y hemos hecho la promesa de que acompañaremos en el futuro al país, durante la reconstrucción no solo de las infraestructuras, sino también de las familias y de las almas heridas”. No dudó en calificar esta guerra como “el momento más dramático de la historia de Ucrania”.
En medio de la catástrofe, Ayuda a la Iglesia Necesitada está enviando todas las donaciones recibidas desde distintos puntos del planeta a proyectos concretos. Por ejemplo, dotando de medios -luz, agua, gas- a seis monasterios de la orden basiliana de San Josafata, apoyando 10 parroquias rurales en Ivano-Frankivsk que ya acogen a 40.000 desplazados o respaldando a 55 casas de religiosas de 19 congregaciones que se han convertido en hogares para miles de refugiados.
“No solo estamos ayudando a los desplazados del Oeste del país en lo material, sino también de forma espiritual. Estamos constatando que en medio de la tragedia, se están reencontrando con la fe a través del rostro solidario de las religiosas y sacerdotes que están saliendo en su auxilio”, explicó Mencaglia, que durante su reciente viaje a Ucrania pudo constatar cómo los cristianos están habilitando capillas en los bunker y en las ruinas, como reflejo de esa necesidad “de encontrarse con Dios en medio de la desesperación”.
A la par, relató cómo “todo el mundo está conociendo la situación desesperada que se atraviesa en Mariúpol, pero son muchas las localidades ucranianas que han desaparecido del mapa completamente”. “En estos lugares, los sacerdotes se han quedado para acompañar a los pocos que quedan, un testimonio de fidelidad que refleja cómo, cuando los demás se van, la Iglesia se queda”, defendió el responsable de la fundación pontificia en la región.