Ligia Elena Matamoros Bonilla es co-moderadora de la Red Juvenil Latinoamericana y Caribeña de Religiones por la Paz y miembro del Equipo Latinoamericano y Caribeño de Pastoral Juvenil. Participante de la I Asamblea Eclesial, conversamos con ella sobre dos de los estratos sociales siempre en boca de Francisco: jóvenes y mujeres.
PREGUNTA.- El CELAM ha lanzado la campaña ‘Mujeres Gestoras del cambio’. ¿Siguen siendo invisibles en la Iglesia?
RESPUESTA.- Mujeres sabias, valientes, con un gran corazón, una fe firme y una gran disposición para servir aparecen en los textos bíblicos y a lo largo de la historia de la Iglesia, la riqueza de su aporte ha sido y sigue siendo enorme, solo que en ocasiones pareciera que es infravalorado o desconocido para muchos. Durante el Sínodo de 2018, los jóvenes expresaron que “hacen falta mayores ejemplos de liderazgo femenino dentro de la Iglesia”, eso constata que el aporte y liderazgo de las mujeres no siempre ha sido adecuadamente visibilizado, crece como un gran y maravilloso bosque pero en el silencio.
Es evidente la necesidad de que existan oportunidades y espacios suficientes para que las mujeres puedan desarrollar sus capacidades siendo parte de los espacios donde se toman decisiones, esa petición de los jóvenes es un reto que es necesario abordar para caminar hacia una Iglesia sinodal.
P.- La Asamblea Eclesial concluyó dejando como uno de los 12 grandes desafíos pastorales “impulsar la participación activa de las mujeres en los ministerios, las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión eclesial”. ¿Ayudará el Sínodo de la Sinodalidad?
R.- El Sínodo de la Sinodalidad es una gran oportunidad para escucharnos en los distintos espacios y niveles y también para hacer experiencia de caminar juntos, así que sí, el Sínodo puede ayudar a avanzar en este desafío pero requerirá que como Iglesia logremos realizar una reflexión profunda, hagamos un esfuerzo por acercarnos a los distintos rostros, valorando la diversidad de dones y experiencias y abramos el corazón para que pueda incorporarse la riqueza de sus aportes. Además es vital que se haga opción por seguir caminando hacia una Iglesia más sinodal.
P.- ¿De qué manera el pontificado del papa Francisco ha ayudado a visibilizar a las mujeres y a los jóvenes?
R.- Su pontificado ha sido un gran regalo para la Iglesia, de modo especial para los jóvenes y las mujeres, en repetidas ocasiones se ha referido a nosotros y nosotras, recalcando el papel tan importante que ocupamos y la gran riqueza del aporte que ya estamos dando en el mundo, su voz ha sido muy clara al señalar la necesidad de que se generen más y mejores espacios para nuestra participación dentro y fuera de la Iglesia.
De modo concreto en América Latina, el Papa ha dicho que las mujeres, los jóvenes y los pobres son los tres sectores a través de los cuales es posible construir un proyecto de futuro, que ellos y ellas son protagonistas del cambio y sujetos de esperanza verdadera, que es necesario mirar sus rostros “si no queremos perdernos en un mar de palabras vacías”. La I Asamblea Eclesial ha colocado a los jóvenes como primer desafío, lo que nos permite seguir trabajando, con alegría y esperanza, en la construcción de la civilización del amor.