El Programa Medioambiente y Gestión del Riesgo y Emergencias (MAGRE) de Cáritas Chile realizó el encuentro virtual “Gestión comunitaria frente a la emergencia climática”. Durante casi 90 minutos, unos 100 participantes escucharon y plantearon sus inquietudes a dos representantes de una experiencia en desarrollo en la comunidad Las Pitras, en la diócesis de Los Ángeles, Gloria Valdivia Moreno e Isaac Escobar Aguilera; a la Jefa del Departamento de Prevención Comunitaria, de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI), Helia Vargas; y al Jefe de la División de Educación Ambiental y Participación Ciudadana del Ministerio de Medioambiente, Carlos Rungruangsakorn.
Parte de la campaña “Más unidos, menos riesgo”, que fomenta comunidades de cuidado, y en el marco de la semana Laudato ‘Si, que promueve la Confederación de Cáritas Internacional entre el 22 y 29 de mayo, esta actividad destaca la importancia de la participación ciudadana en la prevención del riesgo de desastres para aprender en conjunto cómo cuidar nuestro planeta y cómo reducir el impacto de las amenazas socionaturales.
Lorenzo Figueroa, director de Cáritas-Chile, abrió el diálogo confesando que “en Cáritas tenemos conciencia que estamos en un momento muy crítico para la humanidad y la vida en el planeta y estamos interpelados a reaccionar”. Para hacer frente a esta crisis fomentan gestionar el riesgo desde las comunidades. “Las comunidades sufren el riesgo, pero son también la salida”, dijo Figueroa. Citando a Laudato ‘Si afirma que “nos viene a decir que no hay varias crisis, sino una sola crisis que es integral y compleja”.
Consultado por Vida Nueva explica que “gestión comunitaria es un enfoque y proceso en el cual las comunidades expuestas a algún riesgo, participan activamente en la identificación de sus amenazas, vulnerabilidades y capacidades. Las personas, con sus saberes, experiencias, destrezas, están en el centro de la toma de decisiones y de la implementación de actividades de preparación, prevención, adaptación y mitigación junto a otros actores del territorio (Gobierno Local, organizaciones espirituales, establecimientos educacionales, empresas)”.
Figueroa agrega que “la gestión comunitaria como parte de una mirada ecológica integral, de una ética del cuidado y la colaboración, constituye una estrategia fundamental para el involucramiento activo de líderes y lideresas comunitarias como promotores de una reflexión-acción que busca cambiar nuestra forma de habitar, cuidar nuestro entorno, fortalecer la resiliencia comunitaria y avanzar en acciones restauradoras de los ecosistemas afectados por la acción humana o vulnerables a los efectos del cambio climático”.
Según la ONU, Chile es uno de los 10 países más vulnerables a amenazas de origen natural (terremotos, inundaciones, aluviones, sequías, incendios, tsunamis y erupciones volcánicas) y la crisis climática agrava ese escenario.
Hay que considerar, además que el 90% de los desastres de origen natural se originan por el cambio climático. Los humanos somos responsables de este fenómeno y debemos ser agentes de cambio, trabajando desde las comunidades.
La responsable del Programa Medioambiente y Gestión del Riesgo y Emergencias (MAGRE) en Cáritas Chile, Catherine Mella, relata a Vida Nueva que se han “implementado iniciativas que tienen como propósito fortalecer las capacidades comunitarias frente a las consecuencias del cambio climático y la preparación ante eventos adversos como incendios forestales, sequía, terremotos, tsunamis, aluviones entre otras amenazas”.
Mella destaca el proyecto “Respuestas Locales de Adaptación Comunitaria al Cambio Climático” en Calama, Santiago y Aysén. En Calama, frente al riesgo de aluviones generados por el invierno altiplánico, la comunidad de Toconce, se organizó, con trabajo comunitario, junto a la empresa privada para la reparación de canales de agua que abastece a la localidad, se crean muros de contención en espacios comunitarios para canalizar el agua de lluvia sin afectar infraestructura.
Otro proyecto, “Gestión Comunitaria para la Reducción del Riesgo de Desastres”, tiene por finalidad “contribuir a la resiliencia comunitaria, el desarrollo territorial y la adaptación de comunidades y territorios al cambio climático” y se implementa en Coquimbo, Maule, Biobio y Temuco. Consiste en que cada comunidad presenta una iniciativa o microproyecto para prevenir nuevos riesgos, reducir los existentes y fortalecer sus capacidades de trabajar coordinadamente con los diferentes actores presentes en el territorio. De este proyecto es la experiencia de la comunidad de Las Pitras, presente en el webinar reciente, explica Mella.
Pedro Contreras, integrante del equipo en Cáritas-Chile, enfatiza que “la reducción del Riesgo de Desastres es una tarea de todos y todas que busca cambiar nuestra forma de mirar la realidad, dejar de ser reactivos, respondedores a la emergencia, y avanzar hacia una cultura de la prevención, preparación, mitigación”. “La principal actividad, agrega, es la de sensibilización y educación sobre los riesgos que afectan a las comunidades por las consecuencias generadas por el cambio climático”.
“Proponemos una gestión comunitaria que es parte de una visión constructivista que tiene su fundamento en la propia comunidad, considera el involucramiento activo de las comunidades como protagonistas de su propio cambio, e incorpora el enfoque de género, de derechos y participación ciudadana. De esta forma velamos para que nadie se quede atrás”, concluye Contreras.