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Los obispos de Tierra Santa: “Jerusalén no es exclusiva de ninguna religión”

Las pastores advierten de que la presencia cristiana en Tierra Santa se encuentra amenazada y piden la vuelta de los peregrinos





Los obispos de la Coordinadora de Tierra Santa (CLH, sus siglas en inglés) recordaron que “Jerusalén es una ciudad judía, cristiana y musulmana. Debe seguir siendo un patrimonio común y nunca debe convertirse en el monopolio exclusivo de una sola religión“. Durante su visita anual, los prelados se reunieron con las autoridades religiosas en los santos lugares para abordar los principales retos y problemas de la región.



Durante cinco días se han sucedido encuentros con las comunidades cristianas locales de Jifna, Beit Hanina, Ramallah, Birzeit y Jerusalén, con el Patriarca Latino, Pierbattista Pizzaballa; con el padre Dobromir Jasztal, vicario de la Custodia de Tierra Santa; con Tomasz Grysa, jefe de misión adjunto de la Nunciatura Apostólica y con representantes de otras instituciones católicas de la Ciudad Santa.

Con los refugiados y migrantes

En las conversaciones se tocaron muchos temas que también aparecen en el documento final, como el papel y la importancia de los cristianos en Jerusalén, sus dificultades en la vida, el futuro de los jóvenes, las condiciones de los solicitantes de asilo y los trabajadores inmigrantes, y la posibilidad (o utopía) de que la Ciudad Santa se convierta algún día en la Capital “para dos Estados”. La declaración lleva las firmas de los obispos Declan Lang, presidente del CLH, Udo Bentz (Alemania), Peter Bürcher (países nórdicos y Suiza), Nicholas Hudson (Comece), Alan McGuckian (Irlanda) y William Nolan (Escocia).

El principal reto, en estos momentos, es que la misma presencia cristiana está amenazada. Los pastores recuerdan que “la comunidad cristiana es esencial para la identidad de Jerusalén, tanto ahora como en el futuro”, pero lamentaron que “su presencia continuada está amenazada por la ocupación y la injusticia“. Por su parte, el Patriarca Pizzaballa insistió en que “es nuestro derecho y deber como cristianos apoyar la apertura y la universalidad de la ciudad”.

Presencia cristiana amenazada

La violencia es otro de los grandes temas en la región. “Muchas de las personas con las que nos reunimos se enfrentan a la violencia y la intimidación de los grupos de colonos, a las restricciones a su libertad de movimiento o a la separación de sus familias debido a su estatus”, se recoge en el documento final de la visita.

Los obispos también expresaron “la preocupación por las restricciones unilaterales a la libertad de culto durante la Pascua, impuestas por la policía israelí“, una realidad reiterada dolorosamente por las comunidades cristianas. En su declaración final, los obispos también se hicieron eco por “el asesinato de la periodista católica palestina” Shireen Abu Akleh y “el profundo dolor y la ira de los cristianos locales” por esta muerte y “el vergonzoso ataque a los participantes en su funeral”. Los prelados también denuncian las “condiciones de pobreza” en las que se ven obligadas a vivir “personas de todos los orígenes” también a causa de la pandemia.

Llamamiento a la vuelta de peregrinos

En el aspecto económico, “la ausencia de peregrinos en los últimos dos años ha devastado los medios de subsistencia, incluso de la comunidad cristiana de Jerusalén, dejando a algunas familias con dificultades para costear la vivienda, la comida u otros elementos esenciales”. No obstante “en medio de estos desafíos, hay signos de esperanza. Visitamos organizaciones cristianas que se responsabilizan del bienestar de su comunidad y de la sociedad en general. Trabajan incansablemente para aliviar las dificultades y mejorar las vidas. Conocimos a jóvenes que, a pesar de las violaciones diarias de sus derechos humanos básicos, se niegan a ser la última generación de cristianos en la ciudad”. La declaración concluye con un llamamiento a los peregrinos para que vuelvan a Tierra Santa: “les instamos a que apoyen a los cristianos de Jerusalén y de toda Tierra Santa”.

Una verdadera peregrinación a Tierra Santa debe ser un viaje de fe, encuentro y solidaridad. El Papa Francisco afirma el valor universal de Jerusalén, “que va más allá de toda consideración territorial. Inspirados por Cristo, nuestra paz, todos los cristianos deben contribuir a preservar el carácter sagrado de la ciudad y promover una auténtica visión de Jerusalén como lugar de diálogo y unidad”.

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