“Obispos y Agentes de Pastoral de Movilidad Humana de la Iglesia Católica de las fronteras: Bolivia, Chile y Perú nos sentimos profundamente llamados y llamadas a construir el futuro con los migrantes y refugiados”, expresa el mensaje difundido al término del VIII Encuentro realizado en Arica, Chile, del 23 al 25 recién pasado. Agregan que “estamos conscientes de la complejidad de atender eclesialmente de manera urgente a los hermanos y hermanas en situación de movilidad humana”.
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Esa complejidad la señalan al describir el contexto de su servicio pastoral: “En tiempos particulares en los que vivimos, marcados por crisis políticas, sociales, económicas y humanitarias que atraviesan los países y agudizados por la crisis sanitaria, es importante reconocer que ningún país de la región podrá, actuando solo, atender los desafíos que la migración presenta”.
Oportunidad providencial
Citando al papa Francisco recuerdan que nos ha invitado a “ver la presencia de muchos migrantes y refugiados no cristianos o no creyentes como una oportunidad providencial para cumplir la misión evangelizadora a través del testimonio y la caridad”. “Por ello que debemos impulsar acciones pastorales y sociales que favorezcan una articulación entre el sector privado, público, civil y eclesial que a su vez permitan responder adecuadamente a la coyuntura actual, donde muchas veces las comunidades locales se enfrentan a los grupos de migrantes manifestando rechazo y profundizando las grietas de la exclusión social”.
Recuerdan que “para muchos, el migrar sigue siendo un pesar y sufrimiento, que se ve agravado cuando reciben tratos deshumanizantes por parte de organismos estatales, civiles y/o eclesiales” y llaman a reconocer que “enfrentamos a una situación nunca antes vista en la región, marcada por procesos migratorios forzados que nos exhortan a desarrollar acciones que fortalezcan valores sociales poniendo siempre como eje central a las personas”.
Humanizar el trato
Al reconocer el derecho de los Estados a defender su soberanía, el mensaje señala que “es imprescindible humanizar el trato que reciben las personas migrantes, refugiadas, víctimas de trata y tráfico, promoviendo procesos de acogida, protección e integración dignos, ajustados al Derecho y que respeten los tratados internacionales, solo así se podrá desincentivar la migración irregular”.
En el encuentro participó un nutrido grupo de laicas, laicos y religiosas integrantes de los equipos de servicio a migrantes en las diócesis de frontera en esos países. Con ellos estuvieron los obispos Ciro Quispe, de la prelatura de Juli, Perú; Basilio Mamani, auxiliar de La Paz, Bolivia; Moisés Atisha, de Arica; Óscar Blanco, de Calama; Ignacio Ducasse, de Antofagasta; Ricardo Morales, de Copiapó; y Guillermo Fajardo, administrador diocesano de Iquique, quienes firman el mensaje final.