Con motivo del Año Ignaciano convocado por el quinto centenario de la conversión de san Ignacio de Loyola, el jesuita Pedro Trigo ha reunido diversos escritos elaborados a lo largo de su dilatada trayectoria como teólogo para “clarificar la impronta ignaciana” de los propios miembros de la Compañía de Jesús y de cuantos participan en sus obras apostólicas. El resultado es ‘El carisma ignaciano ayer y hoy’ (Ed. Mensajero), un libro que ofrece ‘Claves para una lectura actualizada’ del mismo que ayuden a discernir “lo que nos piden hoy el seguimiento de Jesús y la participación en su misión desde el carisma ignaciano”, asegura este venezolano de origen español.
PREGUNTA.- ¿Qué urge más en este Año Ignaciano: volver al carisma o actualizarlo?
RESPUESTA.- El carisma no es una doctrina, sino un modo específico de seguir a Jesús que conlleva una fidelidad creativa y, por eso, solo es auténtico si tiene en cuenta la situación.
P.- ¿Qué le están diciendo hoy a la Compañía de Jesús esos procesos de discernimiento que marcaron la vida de su fundador?
R.- Ante todo, que el ‘magis’ ignaciano no es lo más cualitativo en el establecimiento tratando de evitar sus defectos (lo que podemos llamar peyorativamente ‘jesuitismo’), sino la mayor calidad humana desde el paradigma de Jesús de Nazaret (que sería el ‘ignacianismo’). Desde el fomento de las cualidades, por ejemplo en la educación, no se pasa a la calidad humana, pero el fomento a fondo de esta sí exige cualificarse, porque es mentira que nuestra vida es servir si no servimos para nada.
P.- Una de las ‘preferencias apostólicas’ de la orden para el decenio 2019-2029 es “caminar junto a los pobres”. ¿Se dejan los jesuitas evangelizar por los pobres?
R.- Los que, siguiendo a Ignacio, viven en pobreza espiritual y con la mayor sobriedad y como amigos de los pobres, sí se dejan evangelizar por los pobres con espíritu. Los que viven enteramente para los demás, sin vivir con ellos, solo tienen relaciones unidireccionales y, en el fondo, verticales, aunque lo hagan con toda sencillez.
P.- ¿En qué medida se hace presente la obra de san Ignacio en el modo de hacer teología de sus hijos?
R.- En la medida en que la teología sea la compresión discernida y sistematizada de una práctica eclesial nacida de los evangelios y de la encarnación por abajo en nuestra situación, y con la intención de ayudar a objetivarla, fundamentarla y relanzarla; y no una mera ocupación académica para hacer avanzar la ciencia y posicionarse sus cultores. (…)