Por el aula donde se está desarrollando el proceso judicial motivado por las supuestas irregularidades financieras cometidas por la Secretaría de Estado de la Santa Sede pasó este lunes Enrico Crasso, financiero de referencia de este organismo desde 1993 hasta 2019 y que está acusado de malversación, corrupción, extorsión, blanqueo de dinero, fraude y abuso de poder. Es uno de los imputados más destacados del juicio junto al cardenal italiano Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado cuando se realizaron las inversiones que han motivado el proceso y al que el papa Francisco desposeyó de sus derechos como purpurado.
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En un largo interrogatorio ante el promotor de justicia (fiscal) adjunto, Alessandro Diddi, Crasso negó todos los cargos de los que se le acusa y defendió su buen hacer en la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado. “Miren los beneficios, no he hecho perder dinero. Tienen los datos de los balances y pueden ver los rendimientos que he logrado”, aseguró, aclarando que su labor era “gestionar” inversiones y “no hacer especulaciones”. De hecho, nunca contó “con un mandato para retirar ni un céntimo de la Secretaría de Estado”.
“Vilipendiado” ante el Papa
Además de quejarse por haber sido “vilipendiado y ofendido”, en particular ante los ojos del papa Francisco, lo que le provoca “mucho dolor”, Crasso aseguró que no tiene nada que ver con la compra de un edificio en un lujoso barrio de Londres con fondos de la Secretaría de Estado, la operación que está en el centro del proceso y en la que la Santa Sede habría sido estafada, sacando en cambio pingües beneficios diversos intermediarios. Parte del dinero destinado a la adquisición del inmueble provendría del Óbolo de San Pedro, el fondo en el que confluyen las donaciones que los fieles hacen al Pontífice para que costee sus obras de caridad y el funcionamiento de la Iglesia católica.
En una declaración presentada en el tribunal vaticano por sus abogados, el financiero advirtió que “no entraba en sus competencias” afirmar si era arriesgada la polémica inversión en el edificio del lujoso barrio londinense de Chelsea, en la que no obstante participó. “En el tema de Londres acabé de casualidad. Fue el error de mi vida. Me pidieron que verificara algunas características de la inversión y no sé por qué no me eché atrás”, señaló Crasso, negando que en la operación hubiera un “conflicto de intereses”.