“Es muy preocupante el bloqueo de las exportaciones de trigo de Ucrania, de las que depende la vida de millones de personas, especialmente de los países más pobres”. Así se ha expresado el papa Francisco esta mañana al concluir la audiencia general.
En una plaza de San Pedro a reventar de fieles, Francisco ha dirigido un “apremiante llamamiento para que se hagan todos los esfuerzos para resolver esta cuestión y garantizar el derecho humano universal a la alimentación. ¡Por favor, que no se use el trigo, alimento básico, como arma de guerra!”.
Ucrania es conocido como el granero de Europa, pues el cuarto exportador mundial de maíz y quinto de trigo. Y, desde que comenzara la guerra hace tres meses, el país mantiene almacenadas toneladas de cereales y se prevén ya problemas para almacenar las próximas cosechas.
Antes, durante su catequesis, Jorge Mario Bergoglio ha dirigido su pensamiento hacia los ancianos. Continuando con su ciclo de catequesis sobre la vejez, se ha detenido en el Salmo 71 -“No me abandones cuando mis fuerzas flaqueen”-.
“En esta catequesis consideramos, con el salmista, la fragilidad y la vulnerabilidad presentes en la vida de los ancianos. Esta realidad, que ya es dura en sí misma, da origen en nuestra civilización a situaciones de abandono, de engaños y se abusos contra las personas mayores. Es paradójico que nuestra sociedad, tan avanzada en su presunta eficacia, propicie al mismo tiempo estas injusticias, cada vez más numerosas, que lejos de ser una excepción, muestran palpablemente la cultura del descarte que se ha apoderado de todos nosotros y de la sociedad”.
Ante esto, el salmista reafirma su confianza en el Señor, que es para él “la roca de refugio” (Sal 71, 3). Pues, de hecho, “cuando nuestras fuerzas se terminan, el Señor nos colma de seguridad y fortaleza. Toda la sociedad debe sentirse interpelada por su incapacidad de convivir con la vejez, incapacidad que en ocasiones llega a hacer que los ancianos sean despojados de su dignidad y no se acepte la vulnerabilidad y fragilidad propias de esa etapa de la vida”, ha agregado.
El Pontífice ha afirmado que “estamos llamados a acoger el magisterio de la fragilidad, que la vejez pone antes nuestros ojos de manea creíble en todo el arco de la vida humana, pues todos tenemos necesidad de confiar en Dios e invocar su ayuda. El magisterio de la fragilidad es necesario para realizar una reforma indispensable en nuestra civilización, pues la marginación de los ancianos afecta todas las etapas de la vida”.