Entrevistas

Fernando Vidal rescata a Julio Verne para inspirar la educación del futuro

Una nueva colección de PPC propone ‘educar con arte’ a través de ‘La vuelta al mundo en ochenta días’ o ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’





Fernando Vidal, profesor de la Universidad Pontificia Comillas en la que dirige el Instituto Universitario de la Familia, rescata a Julio Verne como modelo inspirador de la educación actual en su libro ‘Educar con Julio Verne’ (PPC editorial, 2022). Esta original propuesta abre una nueva colección educativa de la editorial para poner todo el arte en la tarea. El autor conversa con Vida Nueva poco antes de la presentación este 18 de mayo, en el espacio O_LUMEN de Madrid. 



Recuperar patrimonio sapiencial

PREGUNTA.- ¿Por qué rescatar a Julio Verne para la educación de hoy?

RESPUESTA.- Nuestro mundo está sufriendo una demolición del patrimonio sapiencial que transportan los libros a través de las décadas y los siglos. Las nuevas generaciones experimentan serias dificultades para poder entrar en la lectura de la cultura clásica y de las formas complejas de literatura. Los nuevos formatos de comunicación, la extrema distracción que nos bombardea, la mercantilización o la superficialidad son algunas de las causas. Tiene un impacto dramático sobre la sabiduría que la Humanidad es capaz de transmitir, pero también sobre la experiencia que tenemos sobre la belleza y sobre la propia democracia, que necesita diversidad y cosmopolitismo. Ya en su segunda novela, Julio Verne nos advirtió de que la deriva de la civilización ponía en peligro las humanidades y la humanidad, y acabaría por proscribir los libros.

Rescatar a cualquier clásico es una urgencia y Verne tiene como virtud que es una literatura familiar, con grandes atractivos para niños y jóvenes, y a la que una gran parte de la población está vinculada íntimamente desde nuestra infancia.

Verne es un gran compañero para que maestros y familias puedan educar porque expone al joven a un mundo real y complejo, con sus maravillas y sus dramas. Sus obras suelen tener una dimensión de juego y peripecia que permite al joven ensayar, simular, acercarse sin peligro. Pero Verne nos pone ante los grandes misterios de la vida humana, ante el bien y el mal, la vida y la muerte, los grandes riesgos de nuestro mundo: la explotación capitalista, el totalitarismo, el militarismo, la extinción de las especies, etc. A la vez, Verne nunca es oscuro: toda su obra esta atravesada por una corriente de entusiasmo y alegría, incluso en obras terribles como su odisea lunar.

Se puede confiar en Verne. Es un gran creador de mitos que son accesibles a personas de todas las edades, cada uno según su nivel de comprensión. Como todo mito, es una “paraverdad” eficaz para comprender nuestro mundo, incluso en sus aspectos más oscuros. Verne eleva el alma de cualquier lector porque en todas sus obras nos dirige a la que él entiende que es la gran solución de todo: el amor, la amistad, la refraternización del mundo.

La belleza, imprescindible

P.- Este mundo de ficción abre una nueva colección, “Educar con arte”. ¿Hace falta más belleza?

R.- La nueva colección que PPC “Educar con Arte” inaugura con este Verne es una valiente apuesta por la cultura y la belleza como dimensiones imprescindibles para la sostenibilidad del mundo y nuestras vidas cotidianas. La belleza es la dimensión de las mociones más profundas del ser humano, los sentimientos de mayor hondura. La crisis del arte consiste principalmente en un empobrecimiento en las formas de sentir que tenemos como sociedad. La belleza es imprescindible para sanar, madurar y expandir nuestros modos de sentirnos a nosotros mismos, a los demás y el planeta. Sin la belleza nos deshumanizamos y perdemos la capacidad de comprender la realidad. Las distorsiones y pérdidas que sufre el cultivo de la belleza en nuestro mundo es una enfermedad espiritual de nuestro tiempo.

Es crucial que emprendamos una educación escolar y familiar de la dimensión de la belleza. Lo más importante de ser humanos se transmite a través de la belleza. No tener la capacidad de percibir y crear belleza es un robo a las siguientes generaciones, en las cuales la sed y necesidad de belleza sigue siendo radical.

Cada escuela debería tener un currículum de belleza en el cual se programara una “Educación con Arte”: mediante la decoración de los espacios, actividades transversales de aula y patio, actividades para hacer en familia en casa… Imaginemos lo que significaría que durante un curso todo un colegio hiciera una inmersión en Julio Verne, en su imaginario, aventuras, propuestas, criticando su obra también, claro. Eso significaría que construimos físicamente algunas de sus máquinas, un día nos disfrazamos de sus personajes, decoramos los espacios, hacemos un concurso de relatos al modo Verne, se imprimen cromos y álbumes que los chicos pueden coleccionar, se imprimen tarjetas para jugar a memorizar en casa… Todo eso crea una cultura de aprecio y concentración que induce a la lectura. Imaginemos que, además, un colegio escoge ese año también un artista plástico (Gaudí, por ejemplo) y un músico (Händel), y que trabaja esos tres autores en todo el colegio o en una etapa. No se trata de acumular muchos autores, sino de trabajar la sensibilidad a fondo. Estoy seguro de que los padres no solo valorarían al máximo esa inmersión cultural, sino que mejoraría las calificaciones y las familias se implicarían. Educar con Arte es una de las más importantes soluciones a la crisis formativa que padecemos.

P.- ¿Qué se ofrece en ‘Educar con Julio Verne’?

R.- El libro es una nueva mirada sobre Verne. Al lector le sorprenderá reencontrarse con un Verne que probablemente no había todavía captado. Su profundidad es mucho mayor de las apariencias. Ha habido un juicio superficial de Verne y él tiene parte de la responsabilidad porque fue un literato tan hábil, que creó la sensación de que sus novelas eran realistas al modo de los libros de anticipación. Verne creó un pacto de verosimilitud con los lectores: todo lo que se escribe podría ser. Parte del mismo problema que Edgar Alan Poe: el misterio es una dimensión irremisible para el ser humano. Pero mientras que Poe lo muestra a través de la fantasía, Verne va a hacerlo mediante un tipo de relato que parece que hace un alegato de la ciencia positivista y la tecnología. Por el contrario, Verne crea relatos en los que es agudamente crítico y en los que aborda la condición humana.

En una civilización en la que todo parecía conquistado, medido y explotado, Verne lucha por abrir en la humanidad el espíritu de aventura y horizontes, apuesta por una cultura humanista y avisa contra el advenimiento de los totalitarismos y la destrucción ecológica del mundo. Toda esa profundidad nos pasa desapercibida porque Verne nos la comunica principalmente por sus mitos y la belleza de sus visiones. Y lo hace tan bien que, como en los cuentos infantiles, la carga de profundidad queda escondida en el interior de los relatos.

El libro tiene tres capítulos generales sobre la obra de Verne y luego analizamos en profundidad las narraciones que escribió en sus tres primeros años como creador. De ese modo, el lector puede hacerse una idea de las principales claves para redescubrir a Verne y varios libros que puede comprender con mayor alcance y explicarlos a sus hijos, nietos o estudiantes.

Volver a sentir el niño

P.- Más allá del ámbito educativo, ¿por qué releer a Verne?

R.- Nuestra civilización vive una situación crítica y entre los mayores problemas que tenemos, hay uno que compartimos con la época de Verne, el entusiasmo eufórico con las tecnologías y los nuevos inventos. Verne escribió a partir de la pasión que habían desatado las exposiciones universales de tecnología, pero lo hizo sobre todo señalando los peligros y lo que era imprescindible para que la ciencia no nos deshumanizara. Verne nos ayuda hoy a pensar los peligros de la tecnocracia, pero no lo hace generando resentimiento, sino con una nueva pasión por la ciencia y la tecnología puesta al servicio del desarrollo humano y la fraternidad.

Releer Verne nos va a ayudar a ser intrépidos, a dar alas a la dimensión de aventura en nuestras vidas. Las aventuras de este apasionado bretón siguen permitiéndonos soñar y adentrarnos con alegría y confianza en los mayores misterios, redescubrir que son la amistad y la naturaleza las que más nos forman. Si alguna vez Verne nos hizo crecer y ser felices, mi experiencia es que releer a Verne lo intensifica todavía más. Al releerlo —o leerlo por primera vez después de conocerlo a través de resúmenes, tebeos o películas—, volvemos a sentir al niño que llevamos dentro y lo que hay en nosotros de infancia nos hace crecer; lo que hay de juventud en nuestro interior dinamiza nuevas búsquedas y energía. Verne quiso movilizar a toda su época —es el segundo escritor más traducido del mundo— y todavía hoy sus mitos, aventuras y misterios siguen movilizándonos con entusiasmo y confianza en la humanidad, en el saber y en Dios. Subamos de nuevo al Nautilus y vayamos a la profundidad.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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