El Papa ha ofrecido una reflexión acerca de la unidad a una Delegación de jóvenes sacerdotes y monjes de las Iglesias Ortodoxas Orientales
El Papa ha recibido hoy en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a una Delegación de jóvenes sacerdotes y monjes de las Iglesias Ortodoxas Orientales, a quienes, en el marco de la celebración de Pentecostés, ha ofrecido una reflexión acerca de la unidad.
“El primer pensamiento”, ha destacado Francisco, “es que la unidad es un don, un fuego que viene de lo alto”. Por ello, “sin cansarnos debemos orar, trabajar, dialogar, prepararnos para que se pueda recibir esta gracia extraordinaria”. Sin embargo, “el logro de la unidad no es principalmente un fruto de la tierra, sino del Cielo; no es sobre todo fruto de nuestro compromiso, de nuestros esfuerzos y de nuestros acuerdos, sino de la acción del Espíritu Santo, a quien debemos abrir con confianza nuestro corazón para que nos conduzca por los caminos de la plena comunión”.
Por otro lado, el Papa ha apuntado que “la unidad es armonía”. Y es que esta delegación, compuesta por Iglesias de diferentes tradiciones en comunión de fe y sacramentos, “ilustra bien esta realidad” de que “la unidad no es uniformidad y ni siquiera es el resultado de compromisos o frágiles equilibrios diplomáticos”. “La unidad es armonía en la diversidad de los carismas suscitados por el Espíritu”, porque el Espíritu Santo “ama suscitar tanto la multiplicidad como la unidad, como en Pentecostés, donde las diferentes lenguas no se han reducido a una, sino que se han asimilado en su pluralidad”.
Asimismo, “la unidad es un camino”, no un “proyecto para escribir, un plan diseñado en la mesa”. Por ello, “no se hace en la inmovilidad, sino en el movimiento, en el nuevo dinamismo que el Espíritu, a partir de Pentecostés, imprime a los discípulos”.
“Un último aspecto”, ha dicho Francisco, es que “la unidad no es simplemente un fin en sí misma, sino que está ligada a la fecundidad del anuncio: la unidad es para la misión”. Así, “en Pentecostés la Iglesia nace misionera. Y hoy el mundo todavía espera, incluso inconscientemente, conocer el Evangelio de la caridad, la libertad y la paz que estamos llamados a dar testimonio los unos de los otros, no unos contra otros ni unos lejos de otros”.