“Se escuchan los gritos de los que sufren”, ha dicho el Papa
“La guerra es la negación del sueño de Dios. Pueblos que se hieren, que se matan. Que ni siquiera se acercan, sino que se alejan. Mientras esta furia de las contraposiciones van alimentando una escalada más peligrosa para todos, renuevo mi llamado a los responsables de las naciones de no llevar a la humanidad a su destrucción”. Con estas palabras el Papa suplicaba a los líderes políticos que pongan en marcha “las acciones necesarias para el alto al fuego y para una solución sostenible. Se escucha el grito desesperado de la gente que sufre”.
El Papa lo ha pedido nuevamente en el regina coeli celebrado hoy, solemnidad de Pentecostés, un día después de reunirse con niños refugiados procedentes de Ucrania. Asimismo, Francisco ha subrayado la urgencia de que “se detenga la macabra destrucción de vidas, de ciudades, de pueblos”.
En su discurso, el papa Francisco ha reflexionado acerca de una de las promesas que hizo Jesús a sus discípulos: “El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todo y os recordará lo que os he dicho”. Precisamente sobre estas dos acciones, enseñar y recordar ha reflexionado el Pontífice, “porque así Él trae el Evangelio de Jesús a nuestros corazones”.
“El Espíritu Santo enseña”, ha dicho el Papa, porque “de este modo nos ayuda a superar un obstáculo que se presenta en la experiencia de la fe: el de la distancia”. “El Espíritu Santo es especialista en salvar distancias, nos enseña a superarlas. Es Él quien conecta la enseñanza de Jesús con cada tiempo y cada persona”, ha señalado.
De hecho, el Espíritu Santo “no teme al paso de los siglos; por el contrario, hace que los creyentes estén atentos a los problemas y acontecimientos de su tiempo”. Por ello, el Espíritu, cuando enseña, actualiza: mantiene la fe siempre joven. Corremos el riesgo de hacer de la fe una cosa de museo, pero Él la pone al paso de los tiempos. Porque el Espíritu Santo no está ligado a épocas o modas pasajeras, sino que trae hoy la actualidad de Jesús, resucitado y vivo”.
“¿Cómo hace esto el Espíritu? Haciéndonos recordar“, ha continuado Francisco. “Es el Espíritu quien hace pasar del ‘oído’ al conocimiento personal de Jesús, que entra en el corazón. Así el Espíritu cambia nuestra vida: hace que los pensamientos de Jesús se conviertan en nuestros pensamientos. Y lo hace recordándonos sus palabras”.